Aprovechando este espíritu ‘democrático’ que nos embarga, yo propongo hacer un solo referéndum (y un solo gasto, no ven que las campañas nos cuestan un ojo de la cara) que de una vez incluya otras preguntas además de las que atañen a la delincuencia y a las corridas de toros –que, como todos sabemos, son exactamente lo mismo–. Y así tendremos ese mundo hecho a la medida, sin mácula ni estorbos, en el cual los otros vivan, piensen, coman y respiren como a nosotros, la mayoría, nos dé la gana.
¿Se imaginan qué bien vamos a vivir todos juntos, pensando y comportándonos igualito? Sin que haya ni un sí ni un no de por medio. Soñado.
Y bueno si somos tan democráticos, como nos enorgullecemos en decir, acojamos también otro tipo de sensibilidades. Que no nos vayan a acusar de sectarios.
Qué tal si nos ponemos en los zapatos de todos esos venerables curuchupas que habitan este país (deben ser hartísimos, lástima que el último censo no nos inteligenciará en esa materia) e incluimos la prohibición de espectáculos que cuenten con la, según ellos, ‘endemoniada’ práctica del mosh, el uso de calaveras –sean estas estampadas, tatuadas, en dijes o aretes– y los cantantes con voz de tarro que se quejan de todo. Ah, y también hay que prohibir que los varoncitos lleven pelo largo.
Ya me estoy entusiasmando tanto que las preguntas para el referéndum me brotan como agua; es que se siente tan bien ser mayoría. Sobre todo en democracias como esta, donde las minorías y quienes no han ganado una elección van camino a la extinción. Virgencita del auxilio, no permitas que algún día me convierta minoría, please.
También deberíamos consultar la prohibición de la práctica de cualquier otra religión que no sea la católica; y que por decreto las parejas (las casadas por la iglesia, que son las únicas que reconocemos) dejen de seguir engendrando gays y lesbianas, que tanto daño hacen a nuestra católica y heterosexual nación. Por algo somos mayoría, cómo así vamos a bancarnos el cambio de roles, identidades y/o costumbres.
Para que no digan que son muchas preguntas y que el votante se va a cansar, propongo una más y me voy. Tomemos la buena idea que nos dio el presidente Correa el último sábado, y opongámonos furibundos (¡ni un paso atrás!, verán) a todo espectáculo que incluya, o insinúe siquiera, violencia. Ahí sí estamos hechos: nos vamos a librar de las cadenas presidenciales sabatinas.
Entonces nuestros hijitos no tendrán acceso, en directo y a todo color, al manual de ‘bullying’ mediático que el Presidente despliega en sus cadenas. Mi apoyo total a Correa: ¡no más violencia!, ¡no más insultos en las cadenas sabatinas!, ¡no más clases de revanchismo avanzado!
Así todos disfrutaremos, juntitos e igualitos, de un 2011 sin derramamientos de bilis.