El Consejo de Participación Ciudadana es obra de Dan Brown: un superpoder no elegido por el pueblo.
Entre los pocos consensos que se han logrado en la actualidad está el considerar que el más poderoso organismo del Estado -creado probablemente en una noche de desafueros en Montecristi- como el Consejo de Participación Ciudadana es un bárbaro aporte al desbarajuste institucional del Ecuador. Esto significa, en el lenguaje doméstico de los vaticinios populares que el ‘quinto’ poder de la democracia ecuatoriana tendrá una fugaz vida feliz como los zánganos en su santiamén nupcial con la abeja reina. Es decir, solo nominará a la cúpula del poder estatal, no disfrutará más allá del espasmo logrado y luego desaparecerá o vivirá una vida sin trascendencia pues, como se les advirtió a los ilusionados por la revolución, esta siempre devora a sus padres.
El quinto poder fue sin duda una creación ingenua de los constituyentes sin conocimientos de la evolución de la Teoría del Estado. Esta nació de los escombros del absolutismo y basado en Aristóteles y luego en los grandes de la ilustración como Hamilton, Jean-Jacques Rousseau y Montesquieu, quienes coincidieron en que el poder del Estado sin autonomía en la expedición de leyes y en la administración de justicia seguía siendo absolutismo. La mente universal no dio más. Después surgieron múltiples eufemismo diciendo que también existía la función electoral y que incluso la prensa perversa ejercía de tal, confundiendo el poder con la presión generada en el ejercicio informativo de los asuntos públicos.
En la turbulencia que se inauguró al son de la doctrina del socialismo siglo XXI, en el Ecuador surgió el tema de un quinto poder probablemente por afición torera y se produjo una obra digna de Dan Brown: un superpoder, no electivo por el pueblo , construido sobre la endeble suposición de una participación ciudadana y que en materia de facultades en múltiples ámbitos solo puede ser superado por el Soviet Supremo de la Unión Soviética antes de que Beria ayudara a dormir para siempre a Josef Stalin.
En este sentido, ante tanta confusión y futuro de inestabilidad asegurada, es importante que sectores organizados de la ciudadanía y pida al Jefe de Estado que solicite una asistencia institucional de la Organización de Estados Americanos al amparo de lo dispuesto en el artículo 18 de la Carta Democrática Interamericana, para que envíe a una comisión para evaluar una compleja situación que puede afectar a la inestabilidad democrática del Ecuador. Es una posibilidad, jurídica y política, ante la creación de este nuevo organismo con tanto poder que ejercerá una función neófita en un Estado débil y que no es elegida directamente por el pueblo. No hay nada que hacer cuando lo gurús de la revolución se hacen añicos con la realidad y se olvidan de que el zángano gozoso tiene una vida muy precaria.