Los sudafricanos recurren al humor para sanar las viejas heridas del racismo

Los sudafricanos abordan los problemas sociales surgidos por el racismo, con humor. Foto: Imagen referencial/ AFP

Los sudafricanos abordan los problemas sociales surgidos por el racismo, con humor. Foto: Imagen referencial/ AFP

Los sudafricanos abordan los problemas sociales surgidos por el racismo, con humor. Foto: Imagen referencial/ AFP

Más de 20 años después del final del apartheid, el tema racial siguen siendo un asunto extremadamente sensible en Sudáfrica, pero los cómicos recurren al humor para abordar este tabú, una válvula de escape para un público multiétnico.

“El apartheid no es gracioso, pero las bromas sobre el tema son hilarantes”, dice entusiasmada Mahlatse Botopela, una ejecutiva de 24 años.

Para ella, reír, forma parte del “proceso de sanación”, afirmó durante un festival internacional de humor africano, celebrado a finales de noviembre en Krugersdorp, cerca de Johannesburgo.

Su amiga Elizma Hatlen, blanca, concuerda con ella. “Esto nos ayuda a comprendernos y a aceptarnos mutuamente”, afirma la joven de 26 años.

El más conocido humorista sudafricano, Trevor Noah, es un pionero en el tema. Su origen multicultural lo predisponía, quizás, a entrar en este tema ya que su madre es una sudafricana negra y su padre es un suizo blanco. Eso, quizás, también le permite burlarse de ambas partes.

“Yo crecí en Sudáfrica durante un periodo llamado apartheid!, dice”. Mi madre fue detenida porque estaba con mi padre. Fue multada y enviada a prisión durante un fin de semana, pero cuando volvió dijo: 'No me importa, nadie puede decirme a quien amar. Amo al Hombre blanco'", cuenta Noah.

"¿Y mi padre? Ustedes saben cuanto les gusta el chocolate a los suizos", dice riendo.

Este mulato de 31 años tiene ahora una trayectoria internacional, desde septiembre anima la emisión de humor más famosa en Estados Unidos, The Daily Show.

Siguiendo sus pasos, varios humoristas sudafricanos, negros y blancos, muchos de ellos jóvenes, no dejan de probar hasta donde se pueden hacer bromas en un país que durante siglos sufrió la opresión de la minoría blanca contra la población negra.

Sifiso Nene, un cómico zulú de 34 años, se ríe tanto de los negros como de los blancos. "Es duro ser negro en Sudáfrica porque se necesita toda una aldea para criar a un niño, mientras que los blancos solo necesitan a Mavis (una empleada doméstica)", lanza al público.

El chiste hace referencia a su propia infancia, ya que su madre trabajaba como niñera para una familia blanca, mientras que la gente de su aldea se ocupaba de él.

'¡Salven a los blancos!'

Daniel Friedman, por su parte, explota el miedo de algunos ciudadanos blancos de que los negros tomen revancha tras la muerte en 2013 del primer presidente electo democráticamente, Nelson Mandela.

Mandela, que llegó al gobierno en 1994 tras pasar años en la cárcel, fue un defensor tenaz de la reconciliación y del concepto de la "nación del arcoríris". 

"¡Olvídense de los rinocerontes, hay que salvar a los blancos!", reza su canción satírica, mientras el público se ríe a carcajadas.
"Hablar de razas siguen siendo un poco tabú, pero sigue siendo lejos, nuestro tema más popular" explica a la AFP después de su rutina presentada en Johannesburgo.

Gracias a la Constitución adoptada en 1996, un texto de corte progresista aprobado dos años después de que se acabara oficialmente con el régimen de segregación, los humoristas sudafricanos gozan de altas cotas de libertad para expresarse.

La industria del humor está en "pleno crecimiento" en el país, destaca Evert van der Veer, productor de la cadena Comedy Central Africa.

"El humor tiene sus raíces en el dolor. La gente necesita una válvula de escape", explica Takunda Bimha, que ejerce como agente en el medio.

Para el célebre humorista Kagiso Lediga, incluso aunque los ciudadanos siguen siendo "muy conservadores" en el plano cultural, ahora están aprendiendo de reírse de su sufrimiento y del gobierno. "Después de todo (...) no tenemos razones para estar deprimidos", asegura.

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