El parque turístico Nueva Loja es uno de los nuevos atractivos de la ciudad de Lago Agrio. Se ofrecen recorridos por sus 30,9 hectáreas. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO
La provincia de Sucumbíos trata de superar el impacto de la crisis que dejó la caída del precio del barril petróleo. Para levantar su economía ahora se priorizan el turismo, la agroindustria y la piscicultura.
Las autoridades y sus habitantes ven en estas actividades una alternativa para generar los ingresos que dejaron de recibir por el descenso de las rentas petroleras, luego de casi una década de bonanza.
En el cantón Lago Agrio, por ejemplo, los operadores turísticos sienten un alivio por el incremento de turistas que se han registrado a partir de la difusión de la campaña Lago Agrio: si no te quedas, vuelves.
La Dirección de Turismo del Municipio, a cargo de esta iniciativa, busca que los turistas nacionales y extranjeros consideren en sus viajes los destinos internos, como el parque La Perla o los nuevos parques Recreativo Nueva Loja y el Turístico.
La directora de ese departamento, Loly Cevallos, explica que en las 145 hectáreas que componen estos parques se pueden avistar bosques, animales en su hábitat natural, especies recuperadas… Además, se ofrecen recorridos en senderos, deportes de aventura y exposiciones sobre el conocimiento de las culturas Cofán, Atarí, Kuchapamba, Yanacucha, entre otros.
Desde el lanzamiento de esta campaña, en el 2014, el Cabildo asegura que han registrado 50 000 visitas al mes, en estos tres nuevos atractivos. Antes de la difusión, llegaban 25 000.
El presidente de la Cámara de Turismo de Sucumbíos, Luis Galarza, sostiene que la ocupación hotelera también se incrementó de un 30 a 50%, desde que se miró al turismo como el salvavidas de la crisis.
Eso representó a 2 000 personas hospedadas en la temporada alta de julio y agosto pasado. Solo en Lago Agrio hay 50 hoteles y 30 restaurantes con capacidad para 1 000 plazas.
Galarza recuerda que antes de la contracción económica no tenían que preocuparse por los huéspedes, ya que el alojamiento y los comensales estaban asegurados con los trabajadores petroleros. Por este servicio, afirman que les deben cerca de USD 5 millones.
En la planta de panela, que da empleo a 80 familias, se producen 120 toneladas al mes. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO
Para Zoila Jaramillo, dueña del Hotel Gran Colombia, el reto de ahora es aumentar el flujo turístico que históricamente registraba Sucumbíos.
A esta provincia llegan unos 15 000 turistas al año; y con las campañas de promoción se espera que se incrementen a
30 000. Para atraer a los turistas se acude a la difusión de los destinos en ferias en otras ciudades del país.
Pero el alcalde de Lago Agrio, Vinicio Vega, asegura que necesitan apoyo para que estas iniciativas tomen más fuerza. Por ello, también optaron por impulsar otros ejes productivos. En ese afán, el Municipio rehabilitó una fábrica de panela que funcionó a medias durante 10 años. Desde hace dos se la potenció, para dar empleo a quienes lo perdieron en las petroleras.
Actualmente, 80 familias se benefician del procesamiento de las 120 toneladas mensuales de panela, que se distribuyen en forma de bloque, granulada y en miel, a dos grandes líneas de supermercados del país.
Este proyecto también alentó la siembra de caña de azúcar. Hay unas 200 hectáreas plantadas en Lago Agrio y los cultivadores se favorecen del sistema de compra que les hace la fábrica de panela. Quienes cortan y movilizan la materia prima hasta la planta reciben entre USD 40 y 50 diarios.
Maira Vincent, directora de Desarrollo Sustentable del Ayuntamiento, explica que a la panela se la exhibe también como una propuesta turística. “A los visitantes se los lleva a observar cómo extraemos la caña y su elaboración”.
La piscicultura también busca convertirse en otra fuente de ingreso no petrolera. Unas 1 200 familias de la provincia se involucraron en la crianza de los peces tilapia y paiche. Pero esta última especie tiene un mayor impacto por la difusión que se realiza en las campañas públicas.
En las promociones se destaca que es un pez de tres metros de largo criado en piscinas de agua dulce de la Amazonía. Su carne es suave, blanca y poco ‘mariscosa’, cuenta el biólogo Nelson Ortega.
Él emprendió en esta producción hace 10 años, pero desde hace cuatro notó que en los restaurantes de reconocidos hoteles de Quito tuvo acogida entre sus comensales. Al mes envía 200 kilos hacia esos establecimientos.
En la provincia hay otros tres cultivadores de paiche, que en total suministran 800 kilos a escala local y nacional. Ellos tienen la proyección de subir a 200 kilos semanales, con ayuda de las promociones.
Sucumbíos también se beneficia de la canasta comercial, que permite importar 91 productos del exterior, libres de aranceles y salvaguardias.