Tras la concentración de ayer, 7 de abril, en la Plaza Grande, se permitió el ingreso al Palacio de Carondelet en donde los simpatizantes del Primer Mandatario se tomaron fotos. Foto: Diego Puente / EL COMERCIO
La concentración de Alianza País terminó con una sorpresa. Decenas de personas ingresaron al Palacio de Carondelet a las 20:30 de ayer, jueves 7 de abril del 2016. Esto después de que el presidente Rafael Correa autorizara su paso.
Los últimos simpatizantes que aún quedaban en la Plaza Grande se aprestaban a retirarse cuando escucharon las palabras del Mandatario. “La oposición ha soñado con tomarse el Palacio; nosotros nos tomaremos el Palacio esta noche”.
Enseguida, decenas de simpatizantes corrieron a los ingresos norte y sur de Carondelet. Los militares que estaban ahí para custodiar la concentración tuvieron que acercarse para obligar a los ciudadanos a hacer fila y así, evitar empujones.
A diferencia de las visitas turísticas guiadas que se hacen en las mañanas y en las tardes al Palacio, la noche del jueves no se necesitó presentar cédula ni pasaporte. Todos pudieron pasar inmediatamente. Wilson Mendoza, turista venezolano, fue a la Plaza Grande para respaldar a Correa. Él no se imaginó que esa misma noche iba a lograr ingresar a Carondelet.
Karolyne y Katherine Villacís estuvieron en la manifestación desde las 16:00, de ayer. Cuatro horas y media después entraron al Palacio y se fotografiaron junto al Mandatario. “No me esperaba esta sorpresa, es la primera vez que estoy cerca del Presidente”, dijo una de las hermanas.
Las puertas del Palacio tuvieron que cerrarse momentáneamente. Así se permitió que un primer grupo tenga el tiempo suficiente para mirar el hall del Palacio y acercarse para saludar al Mandatario. El saludo fue muy breve. Estrechón de manos, beso en la mejilla para las mujeres, foto y hasta luego. La seguridad obligaba a dejar el edificio de inmediato.
En el hall, junto a las piletas, estaban las figuras políticas del Régimen. La presidenta de la Asamblea, Gabriela Rivadeneira, no se quedó para compartir con el público. Paola Pabón, secretaria de Gestión de la Política, se tomó fotos y habló con los ciudadanos. Para ella es algo único lo que pasó ayer. “Antes, el Palacio se blindaba cuando había una manifestación. Ahora abre sus puertas para recibir al pueblo”.
Eso sí, quienes se apostaron en la Plaza Grande eran seguidores del oficialismo. Lejos del lugar, hacia el norte, en la Tribuna De Los Shyris se juntaron los ciudadanos que rechazaban las reformas tributarias que se tramitan en la Asamblea. También estaban en la manifestación figuras políticas de la oposición.
Para evitar cualquier desmán, hubo piquetes policiales alrededor del Palacio. También vehículos antimotines y militares. No fue necesario su accionar debido a que ambas concentraciones no se juntaron.
El cumpleaños del presidente Rafael Correa no pasó desapercibido el jueves. Una hora antes de que se autorizara el ingreso, los simpatizantes apostados en la Plaza Grande le entregaron al menos 20 pasteles.
El miércoles, el Jefe de Estado cumplió 53 años. Anoche cuando el Presidente terminó su discurso desde el balcón presidencial se reventaron cilindros con picadillo. Luego se encendió una vela y al unísono se coreó la canción feliz cumpleaños y el tradicional “que muerda el pastel”.
Desde el público salieron 20 pasteles de diferente tamaño y textura. La orden fue que los dueños subieran al balcón de Carondelet. En cuatro ocasiones, Correa mordió el pastel y en el resto agradeció el presente y saludó a los dueños de las tortas.
Luego, hizo subir a los niños para que compartieran el pastel con él. El Presidente ironizó. Según él, la oposición dirá que los simpatizantes fueron por el pastel y ya no por los sánduches. Esto en referencia a lo que dicen sus críticos de que los manifestantes van obligados y les brindan comida.
La invitación para compartir la comida también la extendió a los asambleístas que “tenían cara de hambre atrasada”, bromeó. El Jefe de Estado permaneció en el balcón hasta las 20:00. Entonó canciones de protesta. Media hora pasaron los últimos simpatizantes que quedaban en la Plaza Grande.