Son instrumentos más viejos de lo que cualquiera pueda recordar. Algunos, como la ocarina, fueron condenados en épocas antiguas, bajo el delito de producir suicidios por lo triste de su melodía.
TeNGA EN CUeNTA
En el museo existen varias arpas. Unas están hechas con abdomen de cocodrilo y calabaza. También hay unas de caparazón de tortuga. Otras son originarias de Egipto y las cuerdas están elaboradas de tripa de gato y de cuy.
Las flautas también forman parte de la colección. Son de fabricación francesa, alemana, inglesa y japonesa. Están fabricadas de marfil, de hueso, de bronce y de plata.
El mes pasado, algunos de los instrumentos de esta muestra despertaron de su largo letargo. En la Casa de la Cultura se realizó un concierto con algunos de ellos. El músico Enrique Males los sacó de su silencio.Ahora, habitan en un lugar silencioso. Con la edad, no les han venido los achaques, pero sí huyen del calor. El frío que recorre el lugar los mantiene intactos. Son la evidencia de que antes la música surgió de caracolillas de agua dulce unidas con fibras naturales, o de picos de tucán, o de dientes de mono, que al contacto del uno con el otro crearon un sonido monótono.
Aquí se muestra que todo cambió cuando el hombre se dedicó a la agricultura. Islandia Báez, curadora del Museo de Instrumentos Musicales de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE), explica que cuando el ser humano descubrió la semilla se las ingenió para introducirla en troncos y crear la maraca. Y de allí surge un instrumento conocido como Chil Chil. Le dieron la cualidad de espantar los espíritus. Cada uno tiene su historia y su forma peculiar de tocarse.
Por ejemplo, está el caparazón de tortuga, del cual los antiguos extraían notas gracias a que lo tocaban con la mano mojada.
También está el Kultrun, una especie de tambor hecho con pellejo de caballo tensado, que tiene unos signos raros en la parte superior. Son de brujería. Y se cuenta que las hechiceras de Chile lo utilizaban para sus rituales.
A la hora de hacer música, todo servía, hasta los huesos humanos. Cerca de 2 000 instrumentos forman parte de la colección. Entre ellos están unas flautas hechas en forma de pene, que se piensa que eran usadas para ritos de fertilidad. Fueron instrumentos sagrados. Podían ser usados solo por chamanes, previa una purificación. Aquí no pueden faltar los silbatos. Tienen formas de animales, unos conocidos y otros irreconocibles.
Con ellos se perennizó la imagen de seres en extinción. Están hechos de tal forma que permiten imitar el sonido de sus representados como si aún vivieran. También están las flautas de Oriente, con cajas de resonancia hechas de calabaza y rondadores hechos con plumas de cóndor. Y no faltan los instrumentos de cuerda, pero esos los trajeron los españoles…