Vuelan a la escuela listos para confrontar al profesor o al entrenador por el “injusto” trato dado a sus pequeños. Se obsesionan con las tareas que los maestros envían. Algunos demandan que su niño sea cambiado de clase antes de que haya empezado siquiera el año escolar.
Tenga en cuenta
Algún día los padres faltarán y los hijos no sabrán enfrentarse solos a las cosas más sencillas de la vida, porque siempre hubo alguien que se lo hacía más fácil, pues los quería mucho y quería que fueran felices.
Un niño que ha crecido en un ambiente de excesiva atención, cuando sea adulto enfrentará graves problemas de toma de decisiones.Es parte del deber de ser padre y es perfectamente natural querer proteger a los hijos, pero ¿cuánto es demasiado? Según Donna Krache, escritora de temas educativos y de desarrollo de técnicas de enseñanza, una amplia mayoría de profesores aplaude el involucramiento de los padres en la educación y desarrollo de sus hijos y quisieran que este fuera mayor cuando los chicos llegan a la secundaria, pues esto trae buenos resultados.
El exceso es malo
Sin embargo, según los maestros que han tenido que sufrir el comportamiento de los padres ‘helicóptero’, el exceso de preocupación e involucramiento puede ser muy nocivo. Han dicho conocer casos en los que los propios padres llenan las solicitudes de ingreso a cursos especiales, a nuevos colegios y hasta a la universidad, cuando son los chicos quienes debieran hacerlo.
Una de las consecuencias de este comportamiento es impedir que sus hijos demuestren sus capacidades reales y puedan tomar sus propias decisiones cuando han alcanzado la madurez necesaria para ello.
Sin duda los chicos se vuelven más seguros, y confían más en sí mismos, cuando se les permite resolver problemas y enfrentar situaciones difíciles sin la ayuda. “Lo más importante es que los padres enseñen a sus hijos a tomar sus propias decisiones”, dice el doctor Ken Haller, profesor de pediatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Saint Louis. “Si los padres mantienen una sobreprotección poco edificante, lo único que conseguirán es que sus hijos se sientan avergonzados”, explica.
El tiempo de volar
Según Haller, cuando terminan la primaria es natural que los chicos quieran identificarse más con su grupo de amigos y si constantemente se ven obligados a recurrir a mamá o a papá para tomar una decisión, este proceso se torna mas difícil.
Si un niño está siempre pidiendo ayuda, es hora de que los padres reevalúen cómo están ellos respondiendo a los pedidos de sus hijos, pues cuando los padres se involucran demasiado, esta actitud pudiera convertirse en un búmeran que impida en adelante una buena comunicación.
La doctora Nancy Weisman, una psicóloga clínica de la Universidad de Georgia, dice que una comunicación clara entre padres e hijos es vital. Cuando ella habla de los padres ‘helicóptero’, cita como ejemplos a aquellos que corren a las escuelas de los hijos llevando la tarea olvidada y dinero para el refrigerio cada vez que el niño lo necesita.
Ella considera que actitudes como estas restan el desarrollo primordial de la responsabilidad personal de todo individuo. Los padres, dice la especialista, deben comunicar claramente a sus hijos que no están allí para correr a socorrerles cada vez que ellos consideran que los necesitan.
“Es importante que sepan que no siempre van a ser rescatados. Escuche a sus hijos, pero escuche a los otros adultos involucrados en la vida de sus hijos: los profesores, los entrenadores, los instructores, pues es muy importante hacerlo”, señala la experta.