Pánico en el centro del Portoviejo durante la réplica de las 11:46

Mario Ruiz video

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El terror y la incertidumbre se apoderó al mediodía de hoy miércoles 18 de mayo del 2016 de los más de 700 comerciantes que ocupan la avenida Alajuela en el centro de Portoviejo.

La réplica de 6.8 grados en las escala de Richter que se sintió a las 11:46, provocó gritos, oraciones de rodillas y llanto entre compradores y vendedores que ocupan desde el pasado 6 de mayo este espacio.

Ellos tenían puestos y locales en la denominada zona cero entre las calles Chile, Espejo y 9 de Octubre, cerca al parque de la catedral que terminó destrozada por el terremoto del pasado 16 de abril.

Luego de unas dos semanas de gestiones con la Municipalidad de Portoviejo, alrededor de unos 700 comerciantes con sus familias fueron reubicados en la avenida Alajuela, junto al Colegio Femenino Portoviejo, a pocas cuadras de la zona cero.

Cecilia Chicaiza, -quien tenía un puesto de útiles escolares en el área devastada por el terremoto y que lo trasladó desde la semana pasada a la calle Alajuela-, no terminaba de manifestar su inconformidad sobre el nuevo lugar, por las pocas ventas, cuando comenzó el sismo.

Cecilia abrazó a su madre de avanzada edad que le acompaña en sus ventas y comenzaron a orar. La misma escena se repetía en los puestos de zapatos, camisetas, vestidos, bisutería y mochilas donde las parejas formadas por esposos o madres e hijos se arrodillaban y gritaban plegarias mientras temblaba la tierra.

“Señor, protégenos. Ten misericordia de nosotros. Perdónanos.”, gritaban vendedores y compradores por igual. Chicaiza dijo haber recordado el momento del terremoto el pasado 16 de abril cuando salvó a su vida al dejar su puesto en los bajos del Comercial Tía en las calles Chile y 9 de Octubre.

Logró en aquella ocasión salvar su vida y la de su madre, aunque su hermano que también trabajaba en la zona como comerciantes sufrió heridas leves en la cabeza.

A renglón seguido, los comerciantes tomaron su mercadería para guardarla y dejar vacíos sus puestos. Fabiola Solórzano quien tiene un puesto de vestidos de mujer dijo estar aterrorizada y mencionó que se llevaría toda su mercadería porque debía acudir a su hogar para verificar que su familia estuviese bien. “Fue horrible, otra vez. Nadie va a venir a comprarnos ahora si siguen estos temblores.”

En la misma línea, José Alarcón, dijo haber revivido el shock que sintió en la zona cero el momento del terremoto del 16 de abril del 2016. Ágilmente metió en un amplio costal decenas de pares de zapatos para dejar vacía una mesa triplex de unos dos metros de largo por 50 centímetros de ancho que estaba cubierta por un blanco mantel.

“Necesito saber dónde están mis hijos y cómo están. Yo tenía un puesto en la calle Chile y todo se perdió en el terremoto. Tengo miedo.”, dijo.

Y así las escenas se repetían. La luz se fue en el lugar y sus alrededores y cientos de comerciantes abandonaron sus puestos poniendo antes la mercadería en amplios costales que llevaban en camionetas, triciclos y al hombro.

En la calle Alajuela solo quedaron las estructuras de madera y metal recubiertas por plásticos. Una decena de policías municipales se quedó custodiando el lugar ya sin mercadería ni compradores.

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