Las sirenas abren el paso en medio del tupido tráfico

Redacción Quito

Los relojes marcaban las 12:00 de ayer, cuando la radio que colgaba del cinto del paramédico Alfonso Uvidia de pronto se prendió, “…sobre la Simón Bolívar, sobre la Simón Bolívar, sentido norte-sur, a la altura de la Universidad Internacional. Blanco. Tres pacientes ...”.

La voz con interrupciones de estática cesó y Uvidia anunció que se trataba de un choque. En menos de un minuto el equipo conformado por el paramédico, un asistente y el conductor Roberto Bermeo había dejado la habitación de la Cruz Roja, en la av. Gran Colombia y Antonio Elizalde. Era la segunda emergencia de su turno.

Los vehículos
Cada turno en la Cruz Roja va de  07:00 a  07:00 del siguiente día. Tiene dos ambulancias. Una en la base Central de la Gran Colombia. Otra en la vía a Los Chillos.
Los conductores de las ambulancias deben saber sobre primeros auxilios.

Antes de que Bermeo arrancara  la ambulancia marca Kia, Uvidia aplastó dos botones en el panel y la sirena empezó sonar.

Al salir hacia la Gran Colombia, en sentido norte-sur, se veían algunos buses y automóviles en movimiento. Bermeo pisó el acelerador y colocó la furgoneta en la mitad de los dos carriles. El primer carro al que se debió rebasar se hizo a un lado, pero en seguida apareció el bus 608, que se demoró algunos segundos en dar paso a la ambulancia.

Antes de llegar a la estación de la Ecovía en La Marín, la congestión empeoró. Uvidia aplastó otro botón de la consola y el sonido de la sirena cambió. Bermeo decidió que la mejor manera para evadir el tráfico era meterse en el carril de la Ecovía. Al ingresar en él, un taxi apareció adelante, sin embargo, el conductor de esa unidad -al notar la presencia de la ambulancia- aceleró hasta que en la primera oportunidad salió del carril.

La ambulancia tenía la vía libre. Ingresó hasta la estación de la Ecovía pero cuando quiso continuar hacia el sur, siete conos de seguridad impedían el paso. Bermeo, en seguida dio media vuelta. Salió a la Gran Colombia y se colocó otra vez en medio de los dos carriles. Los carros daban paso. “El problema más grave  -había dicho Bermeo antes de la emergencia- es que la gente no respeta a las ambulancias”.

Dentro de la ambulancia nadie hablaba. Bermeo estaba concentrado en la vía. La velocidad alcanzaba los 80 km por hora.  Al llegar a El Trébol la situación empeoró. Una larga fila de carros se dirigía de norte a sur por la autopista General Rumiñahui. “Nos fregamos”, dijo el asistente. Sin embargo, la ambulancia pasó sin problemas. Pero algunos metros adelante, una fila de buses obligó a detenerse. Uvidia tomó un micrófono para pedir que los choferes cedan el paso, solo entonces la ambulancia avanzó.

Era las 12:14 cuando la ambulancia llegó al lugar del accidente. Un auto Niva se había estrellado contra un árbol. Había tres heridos. El carro  de la Cruz Roja se encargó de uno de los heridos. Desde la central de radio se indicó que se debía llevar al paciente al Hospital de Los Valles en Tumbaco. Se prendieron de nuevo las sirenas y arrancó.

A las 12:33, la ambulancia arribó al hospital. Después de dejar al paciente, Bermeo prendió la radio para oír música Y sin decir una palabra, los paramédicos regresaron a Quito, a la espera de otra emergencia.

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