Sinfonía triste

La politización está en todo, de otra manera no se explica la decisión de separar de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador (OSNE) al maestro suizo Emmanuel Siffert. Es una medida lamentable, triste como el Vals de Sibelius, opus 44. Le había dado a la OSNE una personalidad capaz de presentarse en cualquier escenario del mundo, pero parece que la consigna es acabar con todo lo que funciona bien.

 La orquesta ha tenido excelentes directores como Gerardo Guevara o Álvaro Manzano, también ha sufrido los embates de la improvisación y ahora de la politización; la idea de finiquitar el contrato del suizo tiene un horrible tufo político.

La razón: el Director debe estar al frente de la orquesta los 12 meses del año. El argumento es descabellado, la mayoría de maestros de la música son invitados permanentemente a dirigir otras orquestas.

En el caso de Siffert, ha sido invitado por reconocidas orquestas europeas como la Royal Philarmonic, de Londres; la London Mozart Players, etc. Por si no lo saben, el famoso director de la Sinfónica Simón Bolívar, Gustavo Dudamel, ha llegado a dirigir orquestas tan famosas como la Filarmónica de Berlín.

Por si tampoco lo saben los políticos que ahora dirigen la cultura, ninguna orquesta mundial toca los 12 meses del año, hay temporadas y espacios para giras internacionales o de promoción. Ese es el caso del maestro John Neschling, quien puso a la Orquesta del Estado de Sao Paulo entre las 20 mejores del mundo. Pero como los desatinos se repiten en todas partes, Neschling sufrió una suerte parecida a la de Siffert: hace un año fue separado, unilateralmente, por razones políticas.

El desaparecido maestro Karajan dirigió a varias orquestas durante su brillante carrera por los mejores escenarios del mundo. Zubin Mehta, quien dirige la Staatskapelle Dresden recibe infinidad de invitaciones.

Así se mueve el ámbito de la música académica, un director no es un burócrata que tiene que pasar detrás de un escritorio. Quien se pasa toda la vida en el mismo lugar no llega a ninguna parte.

Como dijo Neschling a Veja: “Los maestros imponen un sello sonoro a su orquesta y, cuanto mejor es el maestro, mayor es el sello. La gran virtud del maestro no es simplemente dirigir bien una noche, es moldear un cuerpo sonoro a su imaginación y a su personalidad”.

No se trata de restarle méritos a la maestra Andrea Vela, quien se encargará de dirigir a la OSNE, pero es un llamado a la sensatez, al sentido común, a no caer en ridiculeces burocráticas para botar a un gran maestro.

Luego de asistir cotidianamente al Teatro Sucre y a la Casa de la Música me he dado cuenta de la fortaleza del maestro Siffer y de la calidad interpretativa de toda la orquesta.

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