La siembra está retrasada en la Sierra norte del Ecuador

El pasado lunes, en la comunidad de Óvalos Alto, en Imbabura, Juan Carlos Andrango y Rosa Sanipatín sembraron fréjol. Lo hicieron pese a que hasta ese día aún no llovía en la zona. Foto: José Mafla / EL COMERCIO.

El pasado lunes, en la comunidad de Óvalos Alto, en Imbabura, Juan Carlos Andrango y Rosa Sanipatín sembraron fréjol. Lo hicieron pese a que hasta ese día aún no llovía en la zona. Foto: José Mafla / EL COMERCIO.

El pasado lunes, en la comunidad de Óvalos Alto, en Imbabura, Juan Carlos Andrango y Rosa Sanipatín sembraron fréjol. Lo hicieron pese a que hasta ese día aún no llovía en la zona. Foto: José Mafla / EL COMERCIO.

Juan Carlos Andrango inició, el lunes último, la siembra de fréjol. Y como muchos de los pequeños campesinos, que no disponen de riego, espera que las lluvias lleguen para no perder las semillas.

Con la ayuda de Rosa Sanipatín, Andrango enterró los granos rojizos en un terreno de cuarto de hectárea, que tiene en la comunidad de Óvalos Alto, en el cantón Antonio Ante, provincia de Imbabura.

La madrugada de ayer cayeron las primeras precipitaciones de este mes. Eso alegró a los labriegos, que recién empezarán la siembra y no el 4 de octubre, como se acostumbra en la Sierra norte, tras el llamado ‘Cordonazo de San Francisco’.

No lo hicieron antes porque no cayó agua ese día, consagrado al santo. Por ello, esperaron la llegada de la luna nueva en esta semana, para colocar los granos en la tierra. Al menos así lo dicta la tradición.

Unos días antes, Andrango abrió surcos en el terreno con la ayuda de bueyes. También humedeció el suelo con agua que transportó desde una quebrada, con una bomba.

Heriberto Vásquez, otro campesino de Antonio Ante, reitera en que no ha llovido en 10 meses. “La época lluviosa -en la Región Andina- se extiende desde mediados de septiembre hasta mediados de mayo”.

Sin embargo, en la capital de Imbabura solo hubo ligeros chubascos durante cuatro días el mes pasado, según los registros del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi). Y se esperaban lluvias de hasta 35,1 mm. Pero solo cayeron 5,8. Es decir, que hubo un déficit de precipitaciones del 83%, explicó el técnico del Inamhi, Vladimir Arriaga.

Algo parecido sucedió en el Carchi. Para el mes anterior se esperaba en Tulcán 43 mm de lluvias y solo hubo 23.
La mayor cantidad de lluvias en la región se registra en abril y octubre. Por ello, los agricultores están a la espera.

Para este mes, en la capital de Imbabura se prevé 61,6 mm de precipitaciones. Hasta el domingo último, cayeron 0,2 mm. En la capital del Carchi, se prevé 84 mm, pero llovió 24,2.

El retraso en la llegada de la época lluviosa pasará factura a las actividades agropecuarias. Ese es el punto de vista de Diego Arcos, técnico del Ministerio de Agricultura y Ganadería (Magap), del Carchi.

“La sequía viene desde marzo último. Eso ha retrasado las siembras -de los cultivos de ciclos cortos-, en las zonas que no poseen sistemas de riego”.

Por esa razón cree que puede haber desabastecimientos en los próximos cuatro meses, de algunos productos que se cultivan en la Sierra norte. Entre los principales están la papa, maíz, fréjol, cebolla, zanahoria, habas, pastizales... Pero los agricultores que siembran papas serán de los más perjudicados por la falta de lluvias.

Carchi -uno de los principales productores del tubérculo del país- redujo, en los últimos meses, su área de cultivo. Esto es de 6 000 hectáreas a menos de la mitad, según Arcos. Además se teme que el problema desemboque en el alza de precios de este alimento.

La provincia fronteriza abastece de este producto a Quito, Guayaquil, Riobamba y a otras ciudades. Actualmente el quintal de variedad chola se vende en USD 20, en el Mercado Mayorista de Ibarra. El mes anterior estuvo en 17.

Gustavo González, agricultor y ganadero de la parroquia Julio Andrade, cantón Tulcán, también dice que la tierra está seca. Él tiene 14 hectáreas sembradas de papas, gracias a que cuenta con bombas que le permiten traer el agua desde una quebrada conocida como Mi-chúquer. Sin embargo, comenta que ahora tiene que invertir USD 120 diarios en la compra de combustible para irrigar una hectárea mediante bombeo.

Otro sector afectado por la falta de lluvias es el lechero. Arcos cuenta que por la falta de agua los pastizales también disminuyeron. En el caso de González, la producción de leche de su finca se redujo de 500 litros a 400, en los últimos tres meses por esta causa.

En Imbabura el panorama es similar. Mauricio Solarte, responsable de la Unidad de Innovación del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, en Imbabura, dice que la situación es dramática.

“Las siembras que estaban programadas de quinua y maíz suave no se han podido realizar hasta ahora (por el retraso de las lluvias). Los campesinos no pueden arriesgar dinero”.

Solarte calcula que de 1 000 hectáreas de maíz, que debían estar sembradas este mes, solo se han plantado 200.

Pero también hay problemas con el cultivo de leguminosas como el fréjol y varios frutales. Lo mismo sucede con la producción de leche. Sin embargo, los agricultores como Juan Carlos Andrango y Gustavo González confían en que las lluvias llegarán pronto.

En contexto

En Imbabura y Carchi, dos provincias agrícolas esperan la llegada de las precipitaciones para iniciar la siembra. Los cultivos de papa y maíz son los más afectados. Se teme que en cuatro meses se sienta el efecto del retraso en los cultivos de ciclo corto.

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