Los departamentos de Potosí, Chuquisaca y Tarija que están en el sur de Bolivia están sufriendo una aguda sequía que afecta a la provisión de agua potable, a los cultivos agrícolas y crianza de animales, informó hoy, 27 de noviembre de 2017, el gobernador de Chuquisaca, Esteban Urquizu.
“Varios pueblos están sufriendo porque no hay agua. Hasta hubo rogativas al cielo para que llueva. Estamos en emergencia y esperamos que llueva”, dijo Urquizu a los periodistas.
Los cultivos agrícolas y la crianza de animales se complicaron en exceso por la falta de agua en el altiplano y los valles de los sureños departamentos de Potosí y Chuquisaca.
Los amautas aymaras (sacerdotes) realizaron en días pasados rituales andinos para que llueva en el altiplano del oeste y sur de Bolivia, que sienten sequía hace un año.
“De enero a la fecha llovió dos veces, la primera parecía un diluvio y coincidió con la travesía del Dakar por el departamento de Oruro. Luego llovió poco. Hace tres meses ni una gota en Challapata y toda la región”, informó el dirigente aymara Teodoro Huanca a la emisora católica Fides.
Explicó que hubo un ritual andino en el municipio de Challapata con participación de amautas de unas 70 comunidades que están asentadas en inmediaciones de los lagos Poopó y Uru Uru.
“Los productores de quinua (cereal andino) y de ganado están asustados porque no hay agua para consumo de los animales”, agregó.
También existe preocupación por la falta de lluvia en el departamento de Cochabamba, centro de Bolivia, que ahora sufre por un incendio forestal.
La sequía y escasez de agua se han convertido en un fenómeno recurrente en Bolivia en la última década y la situación es especialmente preocupante desde 2015.
También sufre los efectos del cambio climático en forma de períodos secos más largos y recurrentes, lluvias cortas e intensas, y mayor frecuencia de granizadas y heladas.
Esta situación se ve exacerbada por la degradación de los recursos naturales. Además se reportó un rápido deshielo en las cumbres andinas, donde existen lagunas que sirven para dotar de agua a las ciudades de La Paz y El Alto, donde residen unos dos millones de personas.