En las afueras del Tribunal de Garantías Penales de Pichincha estaban los familiares de Fernando Toaquiza, quienes conocieron detalles de la sentencia a lo implicados. Vicente Costales/ EL COMERCIO
El testigo clave fue un vecino, quien desde su casa miró cómo José Toaquiza era apuñalado. El joven tenía 31 años cuando recibió seis puñaladas. Ocurrió el 8 de marzo del 2015, a pocas cuadras de su vivienda, en el barrio Buenaventura, en el sector de Chillogallo, en el sur de Quito.
Casi un año después, la tarde de este 1 de marzo del 2016, el Tribunal de Garantías Penales de Pichincha encontró culpables de dos hombres de la muerte del joven. Son Carlos C., y Ángel C., vecinos del fallecido, quienes fueron condenados a 22 años de cárcel.
El Tribunal mencionó en su sentencia que este testigo observó al joven siendo rodeado por un grupo de al menos cuatro personas. Por alguna razón que aún es desconocida se desató una pelea, en la que José estaba en desventaja. Recibió las puñaladas en los brazos, el cuello, el pecho y la espalda. Esta última laceró su pulmón y le causó la muerte.
La hermana de la víctima, Ángela Toaquiza, recuerda ese día. A las 11:15, se encontraba en su casa cuando unos vecinos tocaron a su puerta para alertarla que su hermano estaba herido en la calle. Salió a buscarle, pero primero encontró a un grupo de cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, a quienes les habría enfrentado. “¡Qué le hicieron a mi ñaño…!”, les gritó. La reacción de ellos fue correr hasta una vivienda, donde más tarde la Policía detuvo, pero solo a los dos hombres. En ese lugar también se encontró el cuchillo, que tras los exámenes determinó que tenía la sangre de José.
La defensa de los procesados aseguró que eran inocentes. Uno de ellos reconoció que sí hubo una pelea entre él y la víctima, quien supuestamente habría tratado de apuñalar a la pareja del sospechoso y por eso él “solo actuó en defensa propia”. Por este caso, una mujer se encuentra prófuga.
“Queremos justicia, solo eso, porque nadie se merece morir así”, dijo la hermana. Los cuatro hijos de José estuvieron afuera del Tribunal mientras se desarrollaba la audiencia y los jueces escuchaban a los testigos. Los pequeños tienen 3, 6, 8 y 11 años. Según los allegados, la mamá de los menores los dejó al cuidado de José y tras su muerte no ha vuelto por ellos. Ahora están al cuidado de los abuelos, quienes trabajan como vendedores de caramelos.
Como parte de la sentencia, el Tribunal ordenó que los presuntos responsables cancelen una indemnización de USD 30 000, cada uno pagará la mitad. Sin embargo, la familia de José no cree que algún día vaya a recibir ese monto, por el trámite legal que eso implica y porque ellos son personas de escasos recursos. “Nos queda el consuelo de que hoy se hizo justicia”, dijo Ángela.