Redacción Esmeraldas
Calisto Rómulo corta con paciencia las ramas de los árboles de cacao. Deben tener una altura máxima de cuatro metros, para que la recolección de las mazorcas sea fácil y segura. Eso también mejora el desarrollo del fruto.
Los cultivos certificados
El sello Rainforest Alliance se estableció en el país hace 15 años. Esta certificación es uno de los componentes de un proceso de desarrollo social y ambiental que se realiza con los agricultores que se acogen a este sistema.
La producción bajo este proceso no es orgánica, sino más bien apunta a que se realicen buenas prácticas agrícolas (control de plagas, de malezas, una buena forma de cosecha y otros aspectos), un buen manejo de los agroquímicos que usan, entre otros.
En el país, este proceso es emprendido por la organización Conservación y Desarrollo, que forma parte de la Red de Agricultura Sostenible. El sello se ha entregado a agricultores que siembran cacao, café, banano, piña, flores y follajes, y mango.Con una tijera de podar, el campesino aplica los conocimientos que recibe -cada 15 días- de los técnicos de Conservación y Desarrollo, de la Red de Agricultura Sostenible (RAS), que maneja el sello Rainforest Alliance.
Rómulo es uno de los 87 socios certificados de la Asociación de Productores de Cacao Orgánico del cantón Atacames (Aproca), que desde hace dos años lleva ese sello en sus productos.
Esa certificación, que garantiza que las prácticas agrícolas son amigables con el ambiente, ha permitido al cacao de Aproca posicionarse en el mercado.
Francisco Peñarrieta, responsable de la comercialización de Aproca, comenta que han vendido a SKS y Ecuatoriana de Chocolates, con sede en Quito, y a Kraft, de Estados Unidos. El primer envío se realizó hace dos años. “Vendimos 25 toneladas a Kraft”.
Rómulo recorre con paciencia su finca, en el sector de Las Brisas, de la parroquia La Unión (Atacames). Observa y corta algunas ramas o recoge desechos sólidos. El lugar luce limpio y ordenado.
La mayoría de campesinos cultiva tres hectáreas de cacao nacional fino de aroma. Rómulo tiene dos hectáreas, que florecen entre frutales de naranja, toronja, plátanos, yuca, guineos, mangos… En el huerto es posible encontrar iguanas o pájaros.
Tener otros cultivos, que garanticen alimentos e ingresos al campesino, cuando baja la producción de cacao, y el respeto a la vida silvestre, son exigencias a las que están sometidos los campesinos que tienen el sello.
Rómulo dice que hay auditores externos y de Aproca, que realizan visitas sorpresivas para verificar si cumplen las normas.
Uno de los inspectores comunitarios es Agustín Gaspar, quien controla los huertos de la comunidad Piedra Fina. En su recorrido descubrió que Paulino Mosquera, uno de los socios, no podaba las plantas como sugieren los técnicos. Así que realizaron una práctica conjunta para enseñarle.
La producción de cacao de Atacames va al centro de acopio del grupo, a un costado de la vía hacia La Unión. Las instalaciones tienen todos los servicios básicos. Allí se realizan las tareas de fermentado, secado y tamizado de las pepas de cacao. Finalmente, el cotizado producto es guardado y embodegado en sacos limpios de yute, listo para ir al mercado.
El secado se hace en marquesinas de madera, colocadas encima del piso de cemento. También hay rótulos de seguridad industrial, que indican en dónde están ubicados los extintores, bombas de agua, bodegas, oficinas…
Carlos Martinetti, coordinador zonal de Conservación y Desarrollo, en Esmeraldas, dice que todos los granos que llegan al centro de acopio son divididos en lotes codificados. Esto permite -agrega- conocer de dónde viene el producto, desde la finca al distribuidor final. Este sistema se denomina trazabilidad y es otra garantía.
Los socios de Aproca solicitaron la certificación hace tres años. Conservación y Desarrollo envió un equipo técnico, para que hiciera un diagnóstico.
Los expertos elaboraron un informe con las potencialidades y falencias. Recomendaron hacer varias tareas, como crear un sistema de producción socioambiental, proteger la vida silvestre, conservar los recursos hídricos, dar buenas condiciones a los trabajadores, preocuparse de la salud y seguridad ocupacional, mantener buenas relaciones con la comunidad, cuidar el suelo y manejar los desechos sólidos.
Cuando se cumplieron esas exigencias se hizo una nueva verificación y se extendió el sello.
Por el sello se paga un valor y todos los años. Cada campesino da un promedio de USD 3 por cada hectárea cultivada de cacao.
Según Martinetti, en Esmeraldas, 500 productores cumplen las 10 normas Rainforest Alliance, que garantizan un trato amigable con el ambiente y la gente.
Los campesinos pertenecen a las asociaciones de productores de cacao de Atacames, Rioverde, Muisne, de la Asociación de Productores Agropecuarios Autónomos de Eloy Alfaro (Chotaduro), de Ecocacao y de la Asociación Velasco Ibarra, de Quinindé.