Entrevista a Miriam Mora González, psicóloga clínica de la UEES
En Guayaquil y en el país se reportan a diario asesinatos, algunos con un alto grado de violencia y crueldad. ¿Por qué ocurre esto?
Se están dando porque a nuestro país han llegado ciudadanos extranjeros, que en su mayoría provienen de culturas violentas. Ellos han formando verdaderas sociedades de agresión como personas que se dedican a cobrar deudas, eliminar a todo el que le molesta a otra persona y se anuncian hasta por Internet. Eso es impresionante y peligroso.
¿Usted cree que toda esta inseguridad en el país es generada por los extranjeros?Claro, aunque yo creo también que hay gente buena que llega y nos ayuda. Pero la naturaleza del ser humano es escoger el camino más corto y fácil. Por eso, la gente que viene del campo y que no encuentra trabajo en la ciudad, acepta lo que le ofrece el extranjero, afectando de raíz a la sociedad con el crimen y la violencia.
De ser cierto esto, ¿podría desatarse una corriente xenofóbica hacia los extranjeros en nuestro país?
Eso ya se siente en todos los lugares, incluyendo a los centros de estudios. Con el tiempo creo que se va a crear una línea divisoria entre estas personas. Pero no todos son negativos, porque sí hay gente de bien que nos ayuda incluso con tecnología, educación, hay familias ejemplares.
Entonces, ¿una solución podría ser que el Gobierno ponga filtros más rigurosos para el ingreso al país?
Una alternativa sería que se cierre el paso fronterizo, porque si no todos tendremos que vivir escondidos. Otra es que se haga seguimiento para saber qué están haciendo los extranjeros que han ingresado. Debe haber un control y capacitación para que ellos puedan adaptarse a la cultura ecuatoriana, que es pacífica.
¿Los niveles de violencia actuales han creado fobias en la ciudadanía?
Sí, hay personas que comienzan a desarrollar un temor a salir de sus casas. Hay quienes necesitan que los vayan a dejar y a recoger a los lugares que van, otros andan todo el tiempo con el celular en la mano. Los padres están intranquilos cuando sus hijos salen, tanto por los problemas entre adolescentes como por los secuestros y el sicariato. Hay el miedo a que cualquier persona que se te acerque pueda ser negativa. Esto, a la larga, afecta a nuestra salud mental.
¿Cómo más puede verse afectada la ciudadanía?
Puede llevarnos a que todos busquemos poder vivir en lugares cerrados y con altas medidas de seguridad, pero la ciudad no es una muralla. Pienso que no existe ninguna familia que no haya tenido algún tipo de situación dolorosa y hasta lamentable. Esto ha hecho, no imaginariamente sino realmente, que las personas comencemos a tener miedo.
¿Ese miedo hasta dónde puede llevar a la gente?
Nos puede llevar a tener temor incluso de mantener discrepancias con alguien, porque pensamos que por poco dinero nos puede mandar a matar. Este miedo está en el diario vivir. Está en todos lados. En los barrios, en las instituciones, en los domicilios, en las empresas, etc.
¿Cómo se puede cambiar toda esta situación?
Debemos implementar e incrementar los profesionales idóneos para trabajar con las personas que han cometido delitos y que tienen conductas antisociales. Debería haber programas establecidos con la seriedad y el seguimiento de profesionales que puedan hacer que ellos vuelvan a ser personas de bien y a la vez nos garanticen a nosotros cambiar esta situación de angustia y temor que vivimos’
Y las iniciativas gubernamentales, como la prohibición de portar armas, ¿están bien direccionadas ?
No, son absurdas. Las reglas afectan más a las personas de bien, quienes cada día no pueden hacer casi nada. De eso se aprovecha la delincuencia, porque hay poca posibilidad de defenderse. Como resultado se consigue un efecto contrario, porque se incrementa la inseguridad. Estas prohibiciones no están salvando a la ciudadanía.
¿Qué se requiere?
Se requieren leyes de Estado que nos garanticen seguridad. Si no tenemos ningún tipo de seguridad por nosotros mismos va a pasar lo que está ocurriendo, cada día habrá más muertes porque ni el guardia del barrio puede portar armas para poder defendernos de la delincuencia.
¿Y las reformas jurídicas podrían servir para bajar los niveles de inseguridad?
Hubo una época en que la solución a una acción era la reacción, pero la sociedad evolucionó. Si nos limitamos solo a la pena y el castigo vamos a tener una sociedad punitiva. Hay que trabajar mucho más en prevención de adolescentes, formación de valores, tolerancia, para que las cosas no se resuelvan solo con la agresión sino a través de la mediación de los conflictos.
La ciudadanía pide parar esta situación, pero hay un gran porcentaje que no denuncia los delitos. ¿Cómo cambiar esta actitud?
Es difícil para el honesto defenderse, por las trabas y situaciones que tiene que enfrentar para cumplir con esa opción. También, se busca no exponerse y quedar a la vista del acusado. Nadie le garantiza a la víctima que no será agredida nuevamente.