Rocío Velín se aferra a las últimas fotos que tomó con su celular a su hijo Edwin Fernando Barros, de 21 años. Ella retornó desde EE.UU. el 24 de noviembre para pasar la Navidad. Esos planes se truncaron la madrugada del jueves por la muerte de su único hijo, tras un incidente con la Policía.
“Es triste. Regresé para estar con mi hijo en esta fecha especial, pero no para enterrarlo”, dice Velín. Barros nació en Limón (Morona Santiago), pero a los 5 años, cuando sus padres se divorciaron, él fue a vivir con su abuela materna, Elisa Samaniego, de 58 años, en Macas. Hace 16 años, su madre emigró a España.
Samaniego recuerda que su nieto era obediente, alegre’ Desde niño era aficionado por los vehículos y motos. A los 12 aprendió a manejar y entre sus travesuras cogía el carro de su tío para dar una vuelta con sus amigos.
“No hacía mal a nadie como para tener una muerte cruel”, relata la abuela. Su madre luego fue a vivir en EE.UU. Desde los 12 años, él residió en Cuenca, al inicio con la actual pareja de su padre. Hace cinco años, su progenitor también emigró y Barros se mudó con amigos hasta radicarse, hace tres años, en casa de su tío César Marín. Por su afición a los carros estudiaba mecánica automotriz en la Unidad Tecnológica América. Cursaba el tercer año y entre sus planes estaba abrir un taller.
Compró un vehículo Chevrolet Trail Blazer y una moto, con sus ahorros y con el trabajo en un diario local al que renunció hace un año. En los tiempos libres practicaba raquetbol, iba a fiestas con sus amigos y visitaba a su novia, Anabel Barahona, seleccionada nacional de basquetbol.
Con ella esperó a su madre en el aeropuerto de Quito, el 24 de noviembre. En los planes quedó ir a la playa el 15 de este mes y pasar la Navidad y Año Nuevo en Macas con la familia Velín y su novia.
Según Rocío Velín, el jueves pasado se despertó a las 03:00 con un presentimiento. “Estaba despierta cuando de forma brusca mi sobrina me dijo que Edwin estaba en el hospital del IESS, porque había sufrido un accidente”.
Esa madrugada, él y cuatro amigos recorrían la vía rápida Cuenca-Azogues y no se detuvieron ante el pedido de tres policías que estaban en un patrullero. Los jóvenes habían bebido y temían ser detenidos, por eso aceleraron. Eso afirmaron en la audiencia de formulación de cargos en la Fiscalía. Fueron perseguidos por la Policía y en las inmediaciones de la fábrica Continental Tire Andina hubo disparos. Una bala segó la vida de Edwin Barros.
Cuando su madre llegó al hospital del IESS le hicieron esperar; hasta que una enfermera salió y “me dijo que espere unos cinco minutos, que él estaba en la morgue. Mi vida se cayó a pedazos. Era mi único hijo, mi razón de ser”.
En su celular guarda el mensaje que envió a su hijo a las 20:27 del miércoles. “Mando este corazón a todos los que seguiré queriendo en el 2011 gracias por estar allí y ser parte de mi vida”.
La Policía no da su versión
Ayer, el jefe del comando de Policía de Azuay, Edmundo Merlo, no incluyó en el acostumbrado informe delictivo de los lunes el caso de Edwin Barros. Ante la insistencia de la prensa se limitó a decir que la institución está abierta y presta a las investigaciones.
Agregó que el caso está en la Fiscalía en indagación previa y será esta instancia la que determine la responsabilidad. Merlo señaló que los miembros de la institución no hacen la investigación.
Hizo un llamado a la ciudadanía para que cuando la institución haga operativos se respete a la Policía. Por su parte, el gobernador (e) de Azuay, Cristóbal Lloret, dijo que la investigación determinará el grado de responsabilidad de la Policía y de los jóvenes. Él señaló ayer que conocía que 23 policías (la víspera dijo 24) son investigados por el hecho, pero que siguen cumpliendo su labor habitual en Cuenca.
Ayer, Rocío Velín remitió una carta al presidente Rafael Correa contándole su versión sobre la muerte de su hijo, Edwin Barros.