Me encontraba sola en el almacén que está ubicado en las afueras del céntrico mercado Modelo, en Ambato. Soy dependiente y trabajo allí dos años. El negocio es de ropa infantil y está situado en la avenida Cevallos y Tomás Sevilla. Dos calles muy concurridas y comerciales de esta urbe.
Eran las 12:30 del pasado jueves. A esa hora hay mucho tráfico y los peatones llenan las aceras porque hacen sus compras en los locales del centro de la ciudad.
Dos mujeres ingresaron al local. Enseguida me preguntaron si tenía ropa de niño. Luego solicitaron que les indicara la vestimenta que se exhibía en el mostrador detrás de las vitrinas.
Una cargaba en sus brazos una pequeña colcha. Parecía un bebé, pero no pude verlo. Tampoco lloró y ella no intentó amamantarlo.
Entonces, una de ellas me dijo que le bajara una prenda de vestir que colgaba de una pared al fondo del negocio. Era una prenda para niños de tres y seis años. Lo hice y me pidieron rebaja. Les contesté que eso no era posible.
Estábamos en eso cuando entró otra mujer. Me preguntó el precio de un calentador que se mostraba junto a la puerta.
Yo estaba de espaldas al ingreso y de pronto escuché la alarma. Esta solo se acciona cuando se trata de sacar ropa sin que se le haya retirado el dispositivo de seguridad.
Me asusté y en ese instante sospeché que algo no estaba bien. Una de las señoras me respondió que se había acercado demasiado al detector de movimiento ubicado en la puerta de calle.
Para no levantar más sospechas, volvieron a requerir el costo de otras prendas. Todas al mismo tiempo. Así me mantuvieron ocupada y no pude mirar hacia la puerta. Estuvieron unos 20 minutos y al final salieron las tres mujeres. Argumentaron que no les gustaban los precios y no había las tallas que necesitaban.
Minutos después de marcharse descubrí que faltaban ocho piezas infantiles de uno de los mostradores. No sé en qué momento las tomaron. Pero recordé la alerta y el argumento nervioso que me dieron. Ahí sucedió. Supongo que una vez que se apoderaron de las prendas, las lanzaron a otra persona que se ubicó en la calle.
Cuando salí a buscarlas ya habían desaparecido. Nadie me auxilió. Este tipo de robar se está volviendo común en Ambato.
Los consejos
Para evitar ser una víctima de secuestro
Por seguridad, nunca comente sus actividades o las de sus familiares a desconocidos. Usted puede convertirse en un blanco para el secuestro. Además, en un sitio apropiado de su vivienda, deje espacio que le permita observar quién llega e identificarlo sin necesidad de abrir la puerta. Utilice elementos como espejos o citófonos para ver al visitante.
Alerte a sus familiares sobre la identificación previa de supuestos funcionarios de empresas de servicios básicos e incluso de falsos vendedores. Estos buscan la menor oportunidad de conocer el interior de su casa. Identifique al personal de empresas de vigilancia privada o empleados que estén realizando trabajos en su sector como edificios o apartamentos.