La avenida Mariscal Sucre estuvo congestionada a la altura del Fuerte Militar El Pintado, ubicado en el sur de Quito. Eran las 10:00 y el ingreso a esta dependencia castrense estuvo copado por hombres, mujeres y niños.Jorge Guacho, de 19 años, tenía en su mano una caja de madera gris. En su interior había ropa, zapatillas, papel higiénico y utensilios de aseo. Guacho acudió a este recinto militar cumpliendo con la tercera llamada de acuartelamiento realizada por la Dirección de Movilización del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) y que se realizó ayer en 26 unidades del país.
Vestido con un jean y camiseta azul mostró su entusiasmo por vestir el uniforme camuflaje del Ejército Nacional.“Busco un futuro mejor y me agrada la idea de ser militar”, dice.
Como él, hasta las 11:00 ya habían ingresado al recinto militar unos 500 jóvenes para el acuartelamiento que durará un año calendario. En el interior del fuerte militar El Pintado, en una cancha de fútbol, se improvisaron 29 consultorios con unas carpas verdes.
Allí, 55 residentes del hospital Carlos Andrade Marín hicieron pruebas médicas a los jóvenes seleccionados, cuyas edades fluctúan entre 18 y 22 años. Realizamos un examen médico básico”, explicó el doctor Roberto Pérez Anda, encargado del área médica. Los profesionales chequearon la talla, peso, presión y analizaron el pasado clínico de los futuros conscriptos. Pérez estuvo a cargo de los residentes y con su equipo atendió a jóvenes desde las 07:00 hasta las 18:00.
El médico dijo que las personas que medían menos de 1,50 metros fueron descartadas. Los jóvenes que presentaron enfermedades que necesitan tratamiento no fueron descartados y serán atendidos durante este año.
El oficial estuvo a cargo de la selección de los jóvenes que se presentaron voluntariamente. Él explica de la importancia del proceso médico. “En años anteriores tuvimos deserciones por enfermedad y el Seguro Social de las FF.AA. cargó con los gastos y fue una pérdida para la milicia”.
También cuenta que en las dos primeras llamadas (del 27 de febrero y del 29 de mayo) hubo 800 y 1 000 acuartelados, respectivamente. Ayer mismo, los jóvenes fueron trasladados a los recintos militares asignados para este llamamiento.
Los acuartelados tendrán como su ‘nueva casa’ las unidades de Lago Agrio, Tulcán, ShellMera, Riobamba, Manta, Machachi, Sangolquí y Quito. El militar dice que desde el 2008, cuando el servicio militar se convirtió en una decisión cívica y voluntaria, el número de interesados aumentó.
¿Por qué? “Los muchachos están interesados en quedarse y hacer carrera, pero solo el 10% forma parte del Ejército después del acuartelamiento”, dice.
Merino resalta la capacitación académica que se realiza con los acuartelados. Desde el 2008, profesores y especialistas de la Escuela Superior Politécnica del Ejército han recorrido los 26 recintos y dan capacitación en mecánica automotriz, computación, mantenimiento de celulares, etc. “Así, se logra que los jóvenes reciban instrucción académica y militar en su paso por el Ejército”.