‘Por temor a un nuevo robo, mi casa parece un fortín’

Cristian Ulrich

Víctima de la inseguridadComo siempre salí temprano al trabajo, mis dos hijas se fueron al colegio a las 06:30 y mi esposa salió a la oficina a las 08:00. Todos regresamos a las 13:15 y nos encontramos con que las puertas estaban abiertas.

Los extraños forzaron el portón metálico de la calle, posiblemente con una barra. También rompieron el seguro de la puerta de madera. Se llevaron todo: tres televisores, una computadora de escritorio y una portátil, joyas, la grabadora, entre otras cosas. Calculo que perdimos USD 7 000.

No sabíamos qué hacer. Llamamos a la Policía y los uniformados llegaron media hora después. Nos dijeron que no topáramos nada. Tomaron huellas y se fueron. En ese momento yo pensaba lo peor. Quería apalear a los que nos robaron. Finalmente, no aparecieron ni las cosas ni los ladrones.

Me preocupaba que mis hijas, de 12 y 9 años, tenían miedo de quedarse solas. Pensaban que en cualquier momento los desconocidos podían regresar.

Un vecino me contó que una camioneta ploma de vidrios oscuros se parqueó frente a mi casa a media mañana. Dijo que dos hombres se bajaron e ingresaron con normalidad, por lo que no le dio importancia. Al parecer, venían a llevarse el resto de cosas porque la cocina y la refrigeradora estaban listas para ser embarcadas.

Tras este robo instalamos seguridades con alarmas, rejas metálicas en ventanas y puertas. Gasté USD 3 000 en eso.

Contraté los servicios de una empresa de seguridad y ahora mi casa parece un fortín. Por este servicio pago USD 30 mensuales.

A la fuerza aprendimos a tomar medidas de seguridad. Vivimos en La Candelaria de Caranqui considerado un sitio seguro, pero pese a eso nos robaron.

Hasta ahora no se me quita de la mente de que en Ibarra opera una banda de robacasas. Creo que estos estudian el movimiento de las familias. Saben cuántas personas viven en cada vivienda y la hora en que entran y salen. A mi casa, por ejemplo, ingresaron un miércoles cuando no había nadie.

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