A nuestro barrio le tenían identificado como zona roja y decidimos organizarnos. Hicimos una asamblea con 300 pobladores y conocimos las alarmas comunitarias que se activan con teléfono celular.
Financiamos con nuestros recursos la compra de las alarmas, que fueron inauguradas el 8 de agosto del 2009.
Formamos un comité de seguridad, porque la delincuencia actúa en donde la gente no está organizada. Creo que es una experiencia local que se puede transmitir a escala nacional, de acuerdo a la necesidad de cada sitio. Cada familia aporta USD 1 al mes para el mantenimiento del programa y las actividades de la organización.
En este comité analizamos los problemas de los diferentes sectores del barrio. Hicimos también una propuesta para incorporar a grupos en conflicto, como adolescentes y jóvenes, bajo un plan con inserción laboral. Tenemos una cobertura de 25 cuadras, con 3 500 personas involucradas en ese perímetro y hemos reducido al 100% a la delincuencia. Antes sonaba la alarma por lo menos tres veces a la semana, ahora la gente está más tranquila.