Los habitantes de la parroquia Francisco Pacheco, en Portoviejo, recibieron el féretro que llegó desde España, con los restos de uno de sus mejores vecinos: Franklin Vladimir Choez Troncoso.
El manabita de 21 años fue una de las víctimas que falleció arrollado por un tren en la estación de Castelldefels.
El cofre mortuorio fue transportado vía aérea desde Barcelona hacia Madrid, luego a Guayaquil y posteriormente fue llevado a la capital manabita.
En la intersección de la avenida Guayaquil y calle 12 de Marzo (suroeste de Portoviejo), la casa de Luz María Vélez, abuela de Franklin, los familiares improvisaron una capilla ardiente.
Allí, nació y vivió Franklin, hasta hace dos años. En la estrecha sala apenas cabían el cofre mortuorio y dos filas de seis sillas.
En la calle se colocó una carpa con 30 sillas más. Allí, amigos y vecinos, entre rezos y cánticos religiosos, recordaban cómo fue en vida el joven portovejense.
Cecilia Vélez Zambrano, madre de Franklin, no cesaba de llorar. Sus hermanas y familiares más cercanos lamentaban lo sucedido. “Era un buen hijo, hace dos años lo llevé a Barcelona; se dedicó a estudiar en el ayuntamiento, estábamos por obtener su credencial de trabajo”, decía su madre. Agregó que el caso forma parte de una investigación secreta, pero “lo que me importaba era traer los restos de mi hijo, él se crió en Portoviejo y aquí descansará”.
También comentaba que le ayudaron funcionarios de la Secretaría Nacional del Migrante (Senami). Franklin estaba comprometido con una chica española, ella está embarazada de cinco meses. La joven estuvo presente en el velatorio y el funeral que fue a las 16:00 de ayer.