Por el camino polvoriento que lleva a las invasiones del norte de Guayaquil se observaban policías patrullando. Estaban parados en puntos estratégicos de los 8 kilómetros que hay que recorrer, desde la altura del km 12 de la vía a Daule hacia adentro, para llegar a Ciudad de Dios. La mañana de ayer, ellos vigilaban a quienes transitaban por la vía de tierra.
Circulaban en grupos de ocho uniformados, en motos o en camionetas delPlan de Seguridad Ciudadana. La estrategia era evitar la alteración del orden público en los sectores Ciudad de Dios, La Fortaleza y Tierra Prometida.
Hace una semana, el presidente Rafael Correa declaró a las 9 000 hectáreas invadidas como zona de seguridad. Advirtió que las Fuerzas Armadas contribuirán para frenar nuevos asentamientos. Pero desde el fin de semana comenzaron a aparecer otros ocupantes: se calculan más de 100 familias nuevas.
Ocho días atrás, una pampa verde llena de maleza, ubicada en la invasión Ciudad de Dios, formó parte del recorrido de Correa.
Ayer, ese mismo suelo había sido quemado. En vez de las hierbas, nuevos invasores habían clavado puntales de caña que dividían cada lote en ocho terrenos. 12 cuadras fueron invadidas.
En uno de los solares estaba Viviana Romero colgando la ropa recién lavada de sus tres hijos pequeños. Ella comenzó a construir su casa desde el sábado pasado, con la ayuda de su padre. La vivienda se mantiene en pie gracias a una estructura de maderos, tiene paredes de caña guadúa y techo de planchas de zinc. Al solicitarle un papel que la identificase como dueña del predio aseguró: “Aquí no hay dueños, el que para su casita primero se lleva el solar”.
La mujer contó que desde el día de su llegada, los uniformados resguardaban la zona. Ha visto rondar el sector a agentes de la Policía Nacional y del Ejército. “Mi hermana iba a construir al lado de mi terreno, pero llegaron unos hombres que decían que ellos habían comprado el solar. Los policías impidieron que se armara un pleito por el espacio”, dijo.
A unos 10 metros de la vivienda de Romero había un punto de resguardo policial. Los uniformados se limitaban a ver a los nuevos invasores de Ciudad de Dios.
En el lote siguiente estaba José Youtibú, nacido en Colta (Riobamba), construyendo una cerca con caña y clavos. Con un machete partió una docena de cañas por la mitad para que adquirieran la forma de tiras largas.
Mientras el sudor mojaba su camiseta por el sol de las 13:00, explicó que invadió el solar el domingo pasado, porque su esposa dio a luz y ya no había espacio suficiente para ellos en la casa de su hermana, en el sector llamado Balerio Estacio, a unos 9 kilómetros de Ciudad de Dios.
“Escuché que iban a reubicar a los que viven aquí, yo igual pienso construir”, comentó Youtibú, quien ya lleva siete años viviendo en Guayaquil.
Entre los ofrecimientos de Correa estaba censar a los habitantes de la zona de seguridad para luego reubicarlos en condominios habitacionales. “Solo a los que no quieran salir de sus casas se los desalojará”, dijo a los moradores en su recorrido la semana pasada.
A unos pasos de la cerca de Youtibú, Consuelo Sánchez ayudaba a su hijo menor. La mujer daba indicaciones al joven de cómo construir. Él con un clavo unía largos palos de madera.
Sánchez dejó la casa de su hijo mayor, en la cooperativa Sergio Toral (a unos 3 km de Ciudad de Dios), tras escuchar en un noticiero el ofrecimiento de reubicación del Presidente.
“Con fundas plásticas taparé el espacio de las paredes y con hojas de zinc haré el techo. Aguantaremos así hasta el censo, para luego ser reubicados”, contó Sánchez.
Además, mostró un recibo fechado del 10 de noviembre del 2010 por USD 400 a nombre de Dalton Corozo. La mujer pagó al contado por el predio, de 7 x 8 m, según el documento.
Ya era hora de almorzar y en Ciudad de Dios, Helen González no dejaba de cuidar su preciado terreno. Utilizando una cuchara, la mujer embarazada comía arroz con fréjoles.
Su quinto mes de gestación no fue impedimento para que ella clavara cuatro cañas en el predio y las tapara con gruesos plásticos azules. “Los materiales de construcción vienen a vendernos todas las mañanas, en camiones”, comentó. A USD 2 les venden cada palo de madera, con los que construyen la estructura de las rústicas viviendas.
González aseguraba que desde el fin de semana no la ha visitado nadie diciendo ser el “dueño legítimo” del terreno. Tampoco ha recibido a algún representante de los líderes comunitarios pidiéndole dinero por guardianía ni el pago del predio. “Los dirigentes deben estar huyendo”, dijo.
Moradores de Ciudad de Dios señalaban a Tony y Balerio Estacio (detenido el jueves pasado) como vendedores de predios. Mientras las invasiones crecen, la Fiscalía sigue investigando a los presuntos traficantes de tierras.
Quito
Arturo Cisneros
asaltaron a su familia
‘Quiero atrapar a los asaltantes’
Los apuros por proteger a mi nieto de 2 años hizo que mis hijos no reaccionaran ante el asalto. Pero yo correré el riesgo de buscar a quienes hicieron eso con mi familia. Ya tengo indicios de quiénes son y en dónde ubicarlos.
El sábado 1 de enero, a las 19:30, dos personas amenazaron con armas de fuego a tres de mis hijos, a mi nuera y a mi nieto. Recién habíamos llegado de Ambato, adonde fuimos aprovechando el feriado de Año Nuevo.
Como la casa de mi hijo mayor está a una cuadra y media de la nuestra, ellos decidieron ir a pie. Antes de que entraran, dos personas bajaron repentinamente de un auto Evolution plateado. Exigieron que les entregaran todo lo que tenían. Se llevaron el calzado, la ropa y otros objetos que compramos en Ambato, una cámara fotográfica valorada en USD 600 y tres celulares.
Casi enseguida intentamos perseguirlos, pero no los alcanzamos. Ahora siento indignación por lo que ocurrió con mi familia.
Acudimos a la Policía Judicial para presentar la denuncia del asalto y al indicarles el número de placas del vehículo en que se movilizaban los asaltantes, me dijeron que tienen pista sobre quién pudiera ser.
En mi barrio, que queda en el norte de la ciudad, ocurren permanentes asaltos a la gente. Ni las calles con suficiente iluminación ni los esporádicos patrullajes de la Policía los han evitado.
En el barrio nadie ha tomado la iniciativa para mejorar la seguridad. Incluso existe una alarma comunitaria, pero tampoco funciona.
La propuesta
Cristian Rivera
Paramédico y comunicador
‘La seguridad es integral’
Cuando se habla de seguridad debemos referirnos a integralidad, es decir, tomar en cuenta todos los puntos de vista de la ciudadanía, de la Policía, del Ejecutivo, del Legislativo, etc.
En eso, la prensa cumple un papel importante. Los periodistas deben generar espacios en los que se hable de esto, debatir en radio, prensa y televisión, así como en las redes sociales.
La seguridad pasa primero por la fase de prevención. Parte de una política nacional con la implementación de fuentes de trabajo y apoyo a la microempresa; también por un salario justo para que la gente pueda sostener
económicamente a sus familias. En los jardines, escuelas y colegios se debe hablar de valores y principios, no como algo moral, sino como una actitud de vida. Uno crece en eso y lo aplica en el barrio, hogar y país.
Pero sin dejar de lado las responsabilidades del Estado, que debe garantizar una vida digna para los ciudadanos y ciudadanas.