Piratas de la droga en el puerto de Manta

ARCHIVO / EL COMERCIO

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Marco Sánchez se dedicó durante años a cargar cubetas llenas de pescado desde los botes de sus colegas hasta la orilla de la playa en Jaramijó, un pequeño poblado al lado de Manta (Manabí), una de las ciudades portuarias más importantes de Ecuador.

Marco los limpiaba y llevaba al centro para venderlos, hasta que un día le ofrecieron ser cocinero de un barco pesquero. Tenía 24 años y un hijo. Hacía tiempo que estaba cansado de limpiar pescado y enseguida aceptó el trabajo, aunque su padre, un marinero retirado, le había advertido sobre los peligros del mar: las tormentas, los 18 días o más sin tocar tierra, las enfermedades, los problemas mecánicos. Y sí, también los narcotraficantes.

En los últimos años los marineros contaban en los puertos de Ecuador historias sobre los narcos, piratas con AK-47 que asaltaban barcos en medio de la noche, los secuestraban para transportar droga o les robaban la gasolina y víveres dejándolos solos en medio de la nada hasta que otro pesquero los rescataba. Según esos relatos, algunos seducían a los pescadores con grandes cantidades de dinero. Aquellos que se enfrentaban a ellos nunca regresaban a tierra.

Marco no titubeó. Decidió integrarse a la tripulación en la que trabajaba su primo Jorge en busca de tollos, peces que abundan en el mar peruano. Su madre había muerto recientemente en Guayaquil, así que el dinero le vendría bien para apoyar a su familia. Cualquier cosa era mejor que vender pescado.

Una noche oscura, un par de meses después, una pequeña embarcación que supuestamente necesitaba auxilio los abordó. Subieron siete hombres armados. Escondido y sin decir una palabra, Marco observó cómo cargaban el barco con paquetes plastificados y maletas llenas de dinero.

"¡O nos ayudan o aquí se quedan!", sentenció uno de los hombres con acento colombiano.

Los pescadores se sometieron frente a los asaltantes, que los acercaron hasta otro barco donde dejaron la mercancía. La embarcación quedó abandonada.

Antes de bajar, los narcotraficantes le ofrecieron un trato al cocinero novato: "Ven a cocinar para nosotros. Vas a tener más dinero del que jamás te imaginaste…".

Marco se quedó callado. Los piratas bromearon diciendo que probablemente no cocinara tan bien y se fueron. Él no recuerda nunca haber tenido tanto miedo. Solo imaginaba que en cualquier momento lo tirarían por la borda.

"Si uno se mete a eso ganas mucho dinero, pero solo hay dos salidas: o pierdes la vida o la pasas en la cárcel", afirma el excocinero, un hombre delgado que se retiró hace un par de años y hoy trabaja en una lancha-taxi llevando a gente de un barco a otro a las orillas de Jaramijó. Su primo Jorge se fue con los narcotraficantes.

  • Se adueñaron del mar

Jaramijó huele a pescado. Todo el pueblo gira en torno al mar. Su costa está llena de atuneros, camaroneros, pangas y lanchas rápidas.

En Jaramijó y en su vecina Manta, donde se encuentra uno de los puertos más importantes del país, así como en otros puntos clave de la costa ecuatoriana como Guayaquil, Bolívar o Esmeraldas, el narcotráfico se ha instalado desde hace varios años. Hasta 2009 se encontraba en Manta el Puesto de Operaciones de Avanzada de Estados Unidos (FOL por sus siglas en inglés), que durante 10 años realizó unas 7 726 operaciones contra el tráfico de drogas en 11 países del Pacífico y llegó a hundir hasta 46 barcos comerciales en la costa ecuatoriana por su supuesta participación en este ilícito, según la Asociación Latinoamericana de DD.HH.

El gobierno de Rafael Correa decidió no renovar el convenio con EE.UU. y cerrar la base para hacer de la lucha contra el narcotráfico un asunto nacional, tal como Venezuela y Bolivia, que también prescinden de la ayuda estadounidense.

La retirada militar atrajo a más narcotraficantes, principalmente a bandas criminales colombianas como Los Rastrojos y Los Urabeños, además de células de carteles mexicanos como Sinaloa, Golfo y Los Zetas, de acuerdo con Fernando Carrión, profesor investigador de Flacso. El país que marca la división entre el hemisferio norte y sur se convirtió en una de las principales rutas de tránsito en el mapa de la droga a nivel continental. Un informe del Departamento de Estado de EE.UU. señala que unas 120 toneladas de cocaína pasan por sus fronteras cada año, así como otros químicos necesarios para producir la droga.

"Nosotros tenemos registrado que 270 toneladas pasan por Ecuador y además en el último año se encontraron 17 laboratorios, la mayoría en Manabí, que es una región con mucha vegetación, de difícil acceso e irregularidades en el terreno", indica Daniel Pontón, coordinador de la Red Latinoamericana de Seguridad y Democracia.

  • Ecuador y su geografía

Se encuentra entre dos de los tres mayores productores de hoja de coca, Perú y Colombia, además de ser frontera con Brasil, el segundo mayor consumidor de cocaína. Su costa pacífica es una de las principales rutas de la droga hacia Centroamérica y Estados Unidos.

Los puertos son el principal punto débil. Cada año salen más de 712 mil contenedores de los puertos, pero solo un pequeño porcentaje pasa por controles de seguridad. Según el Programa de Control de Contenedores de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito, menos del 2% que son enviados por el mundo cada año (unos 500 millones) son inspeccionados.

El exministro de Defensa, José Gallardo, afirmó que la salida de la base estadounidense fue un error porque bajó radicalmente el número de controles aéreos, así como el patrullaje en tierra.

Fue entonces cuando los piratas narcos se adueñaron del mar.

Al igual que las otras embarcaciones, los piratas llevan la bandera ecuatoriana para disimular su presencia. Van de bote en bote, transportando droga o dinero, en busca de víveres o gasolina. A veces, solo necesitan camuflarse con otras tripulaciones para distraer a la policía.

Raúl Paladines, un manabita dueño de puerto Atún, un territorio privado entre Manta y Jaramijó dedicado a la pesca de langosta, sardina y atún, afirma que tuvo que redoblar la seguridad de sus barcos para evitar a los piratas y contratar agentes privados para que sus embarcaciones no fueran contaminadas.

"Antes cuando un barco se acercaba para pedir ayuda o pescado, que era muy común, uno siempre se paraba para apoyarlo. Había solidaridad en el mar, pero ahora ya no se puede", afirma el empresario.

El año pasado se incautaron 53 toneladas de droga en los puertos ecuatorianos. José Marcos, capitán del puerto de Manta, señala que hay "indicios" de que por la provincia de Manabí sale droga al mar que después se lleva hacia el norte, pero no hay "ninguna prueba" que demuestre que los contenedores que salen de sus muelles hayan sido contaminados.

"Conocemos que existen lanchas y barcos dedicados a eso, pero no los hemos podido comprobar. Muchos barcos de pesca se prestan para ser gasolineras flotantes de las embarcaciones de la droga".

En 2012, la Policía Antinarcóticos encontró 360 kg de droga abandonados en la playa Punta Blanca. Dos semanas antes, un alijo de droga anclado de 150 kg y una captura de dos personas que también transportaban cocaína en La Tiñosa, al sur de Manta. En más de una ocasión los pescadores se han encontrado sacos llenos de droga.

Así pasó el 12 de febrero del 2006, cuando después de un enfrentamiento en alta mar entre presuntos narcotraficantes y las autoridades navales, unos hombres que viajaban en una lancha rápida lanzaron al mar paquetes plastificados que nunca fueron recuperados. Pero días después, un grupo de pescadores del pueblo pesquero El Matal, también en Manabí, encontró unos 20 bultos con cocaína.

  • Cambio de vida

La siguiente vez que Marco Sánchez vio a Jorge, meses después del secuestro de su barco pesquero en alta mar, su primo conducía un coche rojo último modelo y regalaba dinero a la gente de Jaramijó. Vestía bien, había remodelado su pequeña casa en el pueblo y presumía a todos que había salido de la pobreza y que no tenía que pescar nunca más. No contaba los detalles de su trabajo, se había vuelto violento y llevaba siempre una pistola en el cinturón.

"Llamaba mucho la atención. Ahora todo lo quería arreglar con dinero y no nos hacía caso cuando le decíamos que saliera de eso. Hace más de medio año que está en la cárcel", recuerda Marco Sánchez.

Desde el 2007, las prisiones ecuatorianas se empezaron a llenar de acusados por tráfico de droga, muchos de ellos en prisión preventiva. La cifra récord empezó ese año con 18 675 reclusos, según la OEA y hasta octubre del año pasado llegaba a 24 203, que representa más del doble de la capacidad que tienen los reclusorios en Ecuador. Según las autoridades, el crecimiento de la población penitenciaria estuvo directamente relacionado con el incremento de las incautaciones de cocaína.

"No hay una denuncia formal que diga que los pescadores son utilizados por los narcos, pero sí hay una denuncia informal, que también proviene de información de Inteligencia. Asumo que los traficantes se acercan a los pescadores y les ofrecen dinero, es lo más común, pero no tenemos denuncias", dice José Marcos, capitán del puerto de Manta.

De vez en cuando, se llega a saber de la presencia de mexicanos y colombianos en estos lugares. En 2012, agrega el capitán, se encontró a tres sospechosos mexicanos en alta mar cuando las autoridades navales realizaban un patrullaje en busca de un pescador que cayó al mar. En esos días se encontró un cargamento de cocaína en la Bahía de Caráquez.

Fernando Carrión sostiene que la débil seguridad portuaria y la corrupción han fomentado que las organizaciones transnacionales se instalen en el país. El pasado 13 de mayo, en Manabí, se estrelló una avioneta con placas mexicanas que volaba sin luces por debajo del nivel de detección de los radares y transportaba una maleta con USD 1,3 millones. Una semana después se encontró un laboratorio de cocaína muy cerca del incidente.

"Ecuador se ha convertido en una plataforma internacional de delito. Hemos dejado de ser una simple bodega y un país de tránsito para convertirnos en plataforma para que los carteles puedan operar desde aquí", señala Carrión.

  • Empacar droga, no pescado

En octubre de 2012, en una calle del sector La Aurora, a 10 minutos del centro de Manta, el GIR allanaba una industria empacadora de pescado por aquellos días. Nadie sabía con certeza qué ocurría. La Policía mantuvo silencio, pero los reporteros no tardaron en hacer suposiciones, se podía tratar de una empresa pantalla para el lavado de dinero de la droga.

Apenas un mes antes, el 30 de agosto, la Policía registraba las instalaciones de otras cuatro empacadoras de pescado y meses después, en mayo del año pasado, la empresa Alpusa -empacadora de pescado también- recibía a la Policía en su planta de envasado por supuesto tráfico de estupefacientes: la Fiscalía había encontrado droga en un contenedor de pescados en Guayaquil y lo relacionaba con ellos. Era la tercera vez que la autoridad registraba Alpusa.

Según datos de la Unidad de Análisis Financiero, en Ecuador se lavan USD 2 200 millones al año principalmente a través del sector inmobiliario. Los allanamientos a empacadoras de pescado se han convertido en un asunto habitual en Manta. Con 16 empresas en el sector, el tráfico de drogas y el blanqueo de capitales encuentran en la industria del pescado un disfraz ideal: se mueve mucho dinero y los activos ilícitos con facilidad se disimulan.

En agosto del año pasado, la Policía detenía a Jorge Domínguez, alias 'Palustre', el cabecilla regional de la conocida banda colombiana Los Rastrojos.

En Ecuador, según fuentes de Inteligencia policial citadas por este Diario, Palustre había absorbido las principales estructuras del narcotráfico, controlaba territorialmente el negocio ilícito y lavaba activos a través de empresas fachada.

Antes de su detención, el sicariato, un delito nunca antes visto en Ecuador, comenzó a tener auge en Manta. De 2008 a 2011, la mitad de los 1 100 asesinatos cometidos en Manabí ocurrieron entre Manta, Montecristi y Jaramijó. En 2012 fueron asesinados 62 personas solo en la ciudad -más de 20 por cada 100 mil habitantes, el doble de lo que la ONU considera un nivel epidémico-, tendencia que obligaría al gobierno de Rafael Correa a mandar al Ejército a patrullar la zona.

Además de delincuentes de afuera, la autoridad señalaba a un par de bandas locales, Los Choneros y Los Queseros, como responsables de la violencia en Manabí. El presidente Correa dijo de Los Choneros que se trataba de una de las organizaciones delictivas más grandes de la historia de Manabí.

En los últimos años la Policía Nacional ha detenido a decenas de supuestos choneros (la tasa de asesinatos se redujo el año pasado en Manabí).

Una persona que entrevistamos en Manta nos decía que Los Choneros no son nadie, que son delincuentes comunes, que en realidad quienes manejan los hilos son otros, y que estos otros, los usan.

Controlan Manabí y Manta, aunque nazcan en Chone, un cantón cercano a Manta, de ahí su nombre. Justamente por el narco y su vínculo con el cartel de Sinaloa controlan el puerto.

El viceministro de Seguridad Interna, Javier Córdova, ha afirmado en varias ocasiones que Los Rastrojos, así como el cartel de Sinaloa, son los grupos que mayor presencia tienen en el país, sobre todo después de la detención de 'Palustre' y de César Vernaza, alias 'El Empresario', que lideraba a Los Templados, una banda supuestamente asociada al cartel del mexicano recién capturado Joaquín 'El Chapo' Guzmán.

El pasado 18 de abril, Vernaza fue detenido en Cali, Colombia, junto con 13 personas más por tráfico de droga, asociación ilícita, homicidio y extorsión, luego de haber escapado dos meses antes de la prisión de alta seguridad de La Roca, en Guayaquil. En esos meses, el capo ecuatoriano había montado dos videos en YouTube, en uno de los cuales aparece con camisa amarilla, reloj, cadena y anillos de oro, alegando su inocencia. También, amenazó por redes sociales al ministro del Interior, José Serrano. En esa fuga participaron también nueve choneros.

El sicariato se expandió hasta que el Gobierno envió al Ejército. La ciudad se calmó. Pero en mar todavía hay pescadores secuestrados, barcos abandonados y algún paquete plastificado que se encuentran los pescadores mientras faenan. Los hombres refieren guardar silencio sobre lo que pasa en altamar. Allí donde están los piratas.

En contexto

Diario El Universal de México publicó una serie de reportajes sobre el narcotráfico en ocho países de Latinoamérica. Aquí se publica una de las crónicas que forman parte del especial. Los textos completos pueden ser encontrados en la página web de los autores de la nota: http://dromomanos.com. El reportaje ganó el premio de periodismo Ortega y Gasset, por la investigación realizada. La crónica sobre Ecuador se centra en Manta y en el incremento del tráfico de cocaína desde el puerto.

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