No tenía idea de la causa, pero a Juan R. le llegó una planilla telefónica con un monto altísimo por pagar que afectó a la economía de su casa en Navidad. En el primer día laborable acudió a la empresa de telefonía pública para reclamar, pero se sorprendió cuando le dijeron que era por la compra de unos equipos.
fakeFCKRemoveAnte su sorpresa, le mostraron la copia de su cédula y de un contrato que supuestamente él había firmado en noviembre del 2010. Recién allí se enteró de que se trataba de un documento que tenía su nombre y sus datos, pero con la foto y la firma cambiadas.
Frente a ese ilícito, Juan R. trató de salvarse de la inculpación. Su caso aún es investigado por la Fiscalía 5 de la Unidad Especializada de Fe Pública de Pichincha.
El fiscal Jaime Loján dice que cada vez se diversifica más el uso doloso de documentos como cédulas y pasaportes extraviados o robados. La Fiscalía 5 de Fe Pública, por ejemplo, investiga al menos un caso cada semana, de entre alrededor de 100 sobre delitos flagrantes y denuncias. Uno de sus expedientes es el de Juan R. En lo que va del año, 15 investigaciones impulsadas por Loján recibieron sentencia por suplantación de identidad y uso doloso de cédulas y pasaportes.
Esta modalidad, según la Fiscalía, es usada para comprar electrodomésticos y paquetes de telefonía celular o para abrir cuentas bancarias o para consumar estafas o para delitos graves como el envío de paquetes con droga camuflada a través de correos.
Loján explica que el robo de la cédula es solo el primer paso para suplantar la identidad. Con este documento, hay quienes clonan las cartillas de servicios básicos (agua y luz) y falsifican contratos de arrendamiento para abrir cuentas en los bancos. En unos casos las utilizan para depositar y hacer que se efectivicen cheques robados y en otros, para pedir créditos o realizar sobregiros.
Según Belén Armendáriz, abogada de un banco, un desconocido abrió una cuenta, hizo algunos movimientos bancarios y pidió un sobregiro de USD 10 000. La entidad accedió, ya que el solicitante argumentó que tenía dos empresas. Pero luego el supuesto cliente desapareció con el dinero.
¿Cómo ubicar al dueño real de un documento? Armendáriz y María Elena Bayas, fiscal 6 de la Unidad de Fe Pública, coinciden en que es fácil determinar el domicilio o sitio de trabajo de alguien. Se puede buscar a través de la Central de Riesgos, de la guía telefónica o al ingresar el número de cédula en la base del SRI.
A este recurso recurrió el banco donde labora Armendáriz para ubicar al supuesto deudor. Al ser localizado el real dueño de la cédula, este negó haber hecho la transacción. El banco no pudo demandarlo porque él tenía un respaldo: la denuncia de pérdida de su cédula en la Comisaría.
El fiscal Loján enfatiza que eso no es suficiente sino que siempre se verifican los antecedentes penales del inculpado, en los archivos de la Policía y de la Justicia.
Loján y Bayas aconsejan que apenas sufra la pérdida o robo de documentos, la víctima denuncie en un Juzgado de Contravención.
Mas si se entera de que su documento fue utilizado dolosamente, debe notificar en la Unidad de Denuncias de la Fiscalía.
Lo más grave es que, según los fiscales, las cédulas o pasaportes sustraídos ahora también son usados por redes de narcotráfico para enviar encomiendas, en cuyo interior la Policía de Antinarcóticos ha descubierto cargamento oculto de droga. Incluso ya hay sentenciados en primera instancia.
Otra modalidad es la compra de electrodomésticos y otros artículos. Hugo T. denunció que usaron su cédula para comprar un ‘smartphone’ y un plan mensual, por el cual supuestamente debía USD 160. Al ser notificado por la telefónica constató que entre otros datos no coincidían la fecha de emisión. En la adulterada decía 2009 y en la original, 2002.
Un agente de la Policía Judicial afirmó que detrás de este delito están redes relacionadas con estafas, extorsiones y hasta de homicidios. Esto último se deduce sobre todo porque en esos sitios se han encontrado cédulas adulteradas.
Hay personas que se dedican al robo de cédulas y otros papeles para luego suplantar identidades. Aparte que -según Loján- la delincuencia común también les surte con documentos que obtienen, a través del robo de billeteras, bolsos y otros. Lo hacen a cambio de entre USD 10 y 20 por cada uno.