Policías motorizados y patrulleros subían y bajaban por El Panecillo, en el centro de Quito, ayer. Los controles continuaron tras el operativo antidrogas del viernes, en que miembros de la Policía Nacional y de las FF.AA., destruyeron 20 quioscos de metal y de madera por supuestamente no contar con los permisos municipales. Esta fue la segunda intervención armada, desde el 12 de marzo, cuando fueron desarticuladas dos organizaciones familiares que se dedicaban a la extorsión, usura y asociación ilícita. Al mediodía del sábado, algunos agentes permanecían junto a vendedores desalojados que retornaron al lugar, con maderas y plásticos, para intentar rearmar sus puestos de ventas.
Cerca de ellos, detrás del monumento a la Virgen, se mantenían en pie las pocas covachas de los artesanos que no fueron destruidas y que atendían a los visitantes. “Nos tocó dormir aquí”, decía un hombre mayor que portaba sombrero. “Hasta la 01:00 del sábado estuvimos afuera y después pasamos la noche adentro cuidando nuestras cosas”. Él aseguró que habían recibido amenazas de los comerciantes desalojados y que tenían miedo de que vengan a agredirles o quitarles su mercadería.
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Otro artesano más joven afirmó que la Policía había ofrecido darles protección y resguardar la zona para evitar enfrentamientos. A pocos metros de allí, algunos vendedores de comidas y abarrotes improvisaron sus negocios sobre mesas cubiertas con parasoles y prevenían tapar la mercadería con plásticos en caso de que lloviera. Detrás de ellos estaban los espacios vacíos donde hasta el viernes habían estado sus casetas.
“Vinieron a buscar droga, pero a nosotros no nos encontraron nada. No todos vendemos droga…”, decía una señora que vendía golosinas. Contó también que les desalojaron por no tener permisos, pero que esto ocurrió porque desde diciembre las autoridades se habían negado a proceder con el trámite.
La vendedora dijo ser del sector y haber trabajado allí más de 15 años. Se preguntaba por qué las autoridades les sacaron y solo les permitían trabajar en ese lugar a los artesanos que habían llegado de Chimborazo.
Asimismo, la mujer afirmó que el lunes, junto a otros comerciantes presentarían denuncias en la Defensoría del Pueblo.
A su lado otros vendedores insistían en que no se moverían de ahí y que continuarían con sus negocios. Una señora de la tercera edad contó que hace más de 20 años comenzó a vender en El Panecillo y que si le negaban esa posibilidad, a su edad, no tendría cómo asegurar su sustento.
Los controles policiales se mantendrán hasta las 20:00 y continuarán mañana, según afirmó uno de los agentes.
La vigilancia
El viernes 150 policías y militares destruyeron 20 quioscos en El Panecillo. Con canes también se realizó una búsqueda de sustancias ilícitas.
Hasta el lunes, patrullas de las unidades de vigilancia del sector mantendrán el control para evitar enfrentamientos entre comerciantes.