El Comandante de la Fuerza Terrestre lo suscribió el 10 de mayo de 1995. Los militares que “participaron real y efectivamente en el conflicto con el Perú” fueron 5 481 efectivos de la Brigada de Selva 21 Cóndor y de la Brigada Alfaro, reza en el documento calificado como secreto y remitido al Jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.
El documento detalla el listado de los héroes, con cédula, grado y sector específico de combate, que entre enero y marzo de 1995 estuvieron en el frente de batalla en el Cenepa, en la frontera sur. En la lista constan 3 171 voluntarios (tropa), 839 conscriptos, 788 reservistas, 377 oficiales, 246 aspirantes, 28 voluntarios en servicio pasivo, 26 empleados civiles, cinco cadetes y un civil.
Sin embargo, solo 1 402 personas constan en la nómina remitida por el Ministerio de Defensa al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs), como beneficiarias de la Ley de Reconocimiento a los Héroes y Heroínas Nacionales.
Según Juan Llasha, presidente de la Asociación de ex Combatientes del Cenepa, en esa lista habría personas que no merecen un reconocimiento. Él demanda que se incluya a los militares que estuvieron en la línea de combate.
Según el artículo 3 de la Ley, los beneficios a los que acceden los héroes son una vivienda gratuita, la pensión mensual equivalente a dos remuneraciones básicas unificadas, becas de estudios, acceso preferencial a los beneficios de proyectos y programas sociales del Estado, entreo otros.
Estos, según la normativa, se consideran derechos adquiridos del héroe o heroína nacional. En caso de su muerte, los beneficios se otorgarán en el siguiente orden: sus cónyuges y convivientes legalmente reconocida, sobreviviente; los hijos e hijas menores de edad; mayores de edad con discapacidad total o parcial permanente, y los padres.
Al cierre de esta edición, representantes de los ex combatientes tenían previsto reunirse en la Asamblea Nacional con el titular del Parlamento, Fernando Cordero; la ministra de Defensa (e), Rosa Mercedes Pérez, y la presidenta del Cpccs, Marcela Miranda, para hallar una solución.
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‘Como shuar no pido caridad a nadie’
Me llamo Ramón Utitiata y soy shuar del límite político internacional. Tengo 63 años y también participé en la guerra de 1981, cuando combatí en el destacamento Paquisha.
En el conflicto de 1995 colaboré durante un mes con el Ejército como guía, lo que fue bien valorado para la supervivencia de la patrulla. No hemos llegado con nuestros compañeros shuaras para pedir caridad a nadie, sino para reclamar nuestros derechos como ex combatientes.
Ahora trabajo como empleado público, pero también tengo la obligación de reclamar por lo que considero de los soldados.
Mi papel en el conflicto, como el de muchos de mis compañeros, era reforzar los destacamentos: Remolino, Soldado Monge, Teniente Hugo Ortiz y Etza. Los nativos guiábamos como conocedores de la selva a las patrullas y además abastecíamos de alimento y de munición a las bases.
Cuando los tres helicópteros peruanos bombardearon a Soldado Monge, solo se escucharon estruendos. Eso ocurrió en febrero de 1995. Cargábamos fusiles y disparábamos como reservistas. Mi familia me pidió que no me vaya a la guerra, pero esa era mi obligación. Cuando terminé la conscripción, juré que iba a defender a la Patria como sea y así lo hice.
‘Mi nombre consta en el parte de guerra’
Yo pertenecía a la patrulla Faisal que combatió en la línea de frontera durante la Guerra del Cenepa en 1995.
Nuestra misión fue defender el destacamento Cueva de la Cueva de los Tayos ante los ataques del Ejército peruano. De mi grupo fallecieron tres compañeros, en la selva de La Piedra.
Tuvimos que retroceder con dos muertos hasta La Y del Río Cenepa. Allí los enterramos 10 días y luego los desenterramos para ir hasta Coangos. Luis Aguas, comandante del Grupo 26 Quevedo, tiene esa información.
Tres compañeros murieron y solo a dos los pudimos sacar de allí. Lamentablemente, no fue posible rescatar al cabo Vargas, ya que nos invadieron. Regresamos a La Y del Cenepa y nos unimos con los batallones 26 y 27 de Latacunga y sacamos a los peruanos. Esa era otra de las misiones que nos encomendaron: vigilar y tapar La Y del Cenepa porque desde allí se ingresaba a Twintza y a Base Sur.
Quedé con pesadillas, no podía dormir. Soy seleccionado ecuatoriano de físico culturismo. Tengo 60 años y hace más de cinco me gradué como licenciado de Educación Física en la ESPE.
Mi nombre consta en el parte de guerra y lo justo es que nos tomen en cuenta porque estuve ahí para dar la vida por mi país.
‘No se ha cumplido con lo ofrecido’
Los indígenas participamos en el conflicto como reservistas. Nuestro objetivo era cumplir con un deber cívico si éramos llamados a combatir.
Fuimos nosotros, los jóvenes de las comunidades indígenas aledañas al sector donde ocurrió la guerra quienes luchamos por nuestro territorio. En ese tiempo, ni siquiera sabíamos porqué estábamos peleando, lo desconocíamos. Ahora, luego de 17 años, conocemos la causa del conflicto: en esa zona hay recursos naturales.
Frente a la situación que se da por la Ley de Héroes y Heroínas, reclamamos por nuestros derechos, porque en la Ley no se ha cumplido con lo que se ofreció.
Lamentablemente se ha beneficiado solo a 1 402 personas y no estamos de acuerdo con eso porque algunos de ellos ni siquiera estuvieron en la línea de batalla. Los oficiales no combatieron, se escondían o abandonaban el destacamento. Fuimos nosotros los que verdaderamente luchamos.
Ahora trabajo en la agricultura, la cacería y me dedico a tareas del campo con mi familia. La verdad es que me gustaría que se solucione ese problema para ayudar a mis hijos. Lo único que recibimos fue 1 500 000 sucres como bono en 1995. Ojalá que se tome en cuenta a la gente que consta en el parte de guerra.
‘Mi familia sufre las secuelas psicológicas’
Las secuelas psicológicas que padezco tras el conflicto del Cenepa continúan hasta la actualidad. Tengo 47 años; combatí en La Y del Cenepa. La guerra me afectó emocionalmente.
Los psiquiatras del Ejército me dijeron que no podía seguir en batalla porque los traumas eran muy severos. Por eso, el 28 de marzo de 1995 me evacuaron a Banderas (Morona Santiago), para que los médicos trataran mi problema. Luego pasé a Patuca, donde tampoco pudieron ayudarme. De allí me enviaron en helicóptero a Sucúa y finalmente me atendieron en el Hospital Militar de Guayaquil, donde me diagnosticaron que tenía una crisis nerviosa por la guerra.
Hasta ahora tengo pesadillas y cada tres meses tomo los medicamentos que me proporciona el Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas (Issfa).
Mi familia ha sufrido mucho las secuelas psicológicas que padezco, pero me ayudan porque saben que defendí al país. Mi esposa me da ánimo cuando mis músculos se ponen tensos por las noches.
Recientemente terminé de construir mi casa con un crédito del Issfa, pero lo triste es que la Ley de Héroes y Heroínas menciona la entrega de vivienda gratuita para los ex combatientes y esa realidad no es posible.
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La cronología
09/01/1995
Se produce un cruce de balas en el Alto Cenepa, entre patrullas de los ejércitos de Perú y de Ecuador. Luego de escaramuzas, los dos países movilizan tropas a la frontera común.
17/02/1995
Ante delegados de EE.UU., Brasil, Chile y Argentina se creó la Momep (Military Observer Mission, Ecuador Perú), encargada de supervisar el cumplimiento del alto el fuego.
22/02/1995
El ‘Miércoles Negro’. El Ejército ecuatoriano reportó las muertes de 13 soldados (hubo 20 heridos), en combates en El Maizal. Tras el ataque, el conflicto recrudeció y Ecuador volvió a controlar Tiwintza.
24/09/1998
Se firma la paz. Los presidentes Alberto Fujimori (Perú) y Jamil Mahuad se dieron la mano en Brasilia. Se resolvió que la cordillera del Cóndor es de Perú. Ecuador recibió 1 kilómetro cuadrado en Tiwintza.
09/03/2011
La Ley de Reconocimiento a los Héroes y Heroínas Nacionales entró en vigencia. En esa normativa se establecieron beneficios para los ciudadanos que defendieron la dignidad, soberanía e integridad territorial.