Era como si el grupo de hinchas de Barcelona se alistaba para acudir, como suelen hacer, a un partido de su club en el estadio Monumental.
Camisetas y banderas del club guayaquileño, pitos, cuatro bombos, dos trompetas, dos platillos, cohetes lanzados constantemente al aire y cánticos coreados a grito en pecho. Así, desde la cooperativa Los Helechos, en el cantón Durán, pasadas las 15:00 partió la caravana amarilla.
Pero en esta ocasión con un fin diferente, con un destino distinto al habitual. Uno de sus hinchas, Michael Murillo, era llevado en hombros. Pero iba dentro de un ataúd sobre el que estaba su bandera amarilla y negra que llevaba al escenario del Salado.
Michael murió el último domingo, con un disparo en la cabeza, luego de un incidente que se produjo entre hinchas de Emelec y Barcelona. Fue en el Puente de la Unidad Nacional, horas antes del Clásico del Astillero.
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Su familia iba al frente del cortejo fúnebre en el que nunca se dejó de cantar temas de aliento al Ídolo del Astillero. Entre ellos su padre, y su pareja que está en estado de gestación.
Ellos optaron por el silencio, como lo hicieron desde la víspera en que prefirieron velarlo dentro de su casa, en la intimidad.
Pero su traslado al cementerio de Durán se convirtió en un acto masivo. Unos 300 barristas toreros convirtieron este momento de dolor en un recorrido al que solía Michael acompañar en aquellas jornadas futbolísticas.
“No se va, no se va, Michael no se va…”, era el canto que repetían una y otra vez mientras muchas personas salían a las calles de la ciudadela Primavera II por donde fue llevado. Allí hubo una primera parada, la casa de Betty Matamoros, su abuelita.
La marcha siguió en medio de cánticos, gritos y cohetes. Muchas personas salían a saludar con su mano en alto en señal de adiós.
Una nueva parada en el centro del cantón ferroviario para pasar por la casa de una de sus tías fue la antesala a su traslado final al cementerio. Allí iban niños, jóvenes y adultos, hombres y mujeres.
Identificados con Michael por su grado de familiaridad o de amistad. O simplemente hinchas amarillos solidarios.
Dos horas después, el cortejo llegó al cementerio cuyos callejones quedaron estrechos para tantos visitantes y en donde los cánticos se convirtieron en lágrimas.
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En la mañana, autoridades y dirigentes se tomaron cerca de una hora para elaborar un documento al que denominaron “Tarjeta roja a la violencia”.
Se trata de los 10 procedimientos para evitar la violencia en los escenarios deportivos del país.
Una cita fue convocada en la Gobernación del Guayas. Asistieron los ministros del Interior, José Serrano; del Deporte, José Cevallos; el presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF), Luis Chiriboga; del Emelec, Nassib Neme; de la comisión de fútbol de Barcelona, José Doumet; la Gobernadora del Guayas, Viviana Bonilla; Rodrigo Suárez, comandante de la Policía…
Horas después, el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, y el presidente de Barcelona, Antonio Noboa, presentaron la campaña Guayaquil sin violencia deportiva. La intención es que se concientice sobre las secuelas de la violencia en los estadios. Se colocarán vallas publicitarias promoviendo la no violencia.