El robo me afectó sobremanera. Recuerdo que cuando llegué a las 08:00 a mi local de juguetes, vajillas, ollas y utensilios de cocina metí las llaves en la cerradura de la puerta enrollable, pero esta no se abrió. Me llevé un susto cuando uno de mis colaboradores la levantó sin problemas, pues las cerraduras habían sido falseadas.
Pensé que los delincuentes vaciaron mi almacén. Me puse pálida, pero gracias a Dios se llevaron solo una parte. Se robaron el juego de ollas más caro, las licuadoras y otros enseres. En total, perdí cerca de USD 1 500. Los ladrones que entraron buscaban dinero.
Forzaron las seguridades de los escritorios y de las cajas de cobro.
Para mí fue un gran susto, porque imagínese lo que sería perder todo luego de más de 25 años de trabajo. Denuncié esto, pero hasta el momento no se sabe quién ingresó a mi local.
Al interior, los delincuentes no encontraron los interruptores y parece que prendieron una vela para rebuscar por todas partes. Por ventaja no ocasionaron un incendio. Ahora puse seguridades y alarmas para evitar otro robo.
También cerré una de las puertas de ingreso que da a la calle. Cuando colocaba los artículos de muestra, como hay bastante aglomeración de gente, no me percataba en el momento en que se llevaban vajillas y juguetes.
Un día, un grupo de personas ingresó al almacén preguntando por los precios de un juego de ollas de hierro enlozado. No los vi, pero se llevaron una lona con botas de caucho. Una vez que nos dimos cuenta salimos a la calle a pedir auxilio a la Policía, pero me llevé una decepción: no hubo nadie a esa hora.
Esto, pese a que a una cuadra hay una oficina de Policía Comunitaria. Creo que todos se fueron a comer y no debe pasar.
Pienso que las autoridades deberían organizar mejor los turnos de los policías, porque la ciudad no puede quedar sin seguridad.
Todos los días en la calle se escucha que mujeres con niños en brazos o personas adultas piden ayuda, porque les roban los aretes, celulares o el dinero.
No podemos hacer nada, los rateros nos conocen y tenemos miedo a represalias. Las horas más difíciles en el centro de Ambato son de 12:00 a 15:00 y de 17:00 a 20:00.