Tres desconocidos me insultaron y me agredieron frente a mi casa en Atucucho (norte de Quito). Era el lunes, a eso de las 20:00, y junto a mis hijos, de 6 y 4 años, iba a cumplir con un encargo. De pronto, aprovechando de la oscuridad, esas personas me atacaron y empezaron a golpearme sin darme tiempo para nada.Pensé que se trataba de un asalto, pero en ningún momento intentaron robarme nada. Aunque llevaba puesto un reloj y mi celular, no me arrebataron nada. Hasta que por los insultos y las frases que me decían me di cuenta que se trataba de una vendetta del padre de mi hijastra.
Como me casé con su mamá hace siete años, ella está bajo mi responsabilidad y el domingo le llamé la atención y se ha quejado con su papá, aunque este ni siquiera le ha dado su apellido.
Los agresores llegaron en una moto grande. Me patearon una y otra vez hasta cuando estuve en el piso. Me fracturaron la cabeza, el tabique y una costilla. Creo que querían matarme. Tengo golpes por todas partes del cuerpo. Incluso estuve hospitalizado durante una noche en el Hospital Pablo Arturo Suárez.
No les importó ni los gritos desesperados de mis hijos. Ellos ahora están asustados.
Vivo en Atucucho 20 años y, aunque dicen que es un sector inseguro, a mí no me había pasado nada. Creo que ahora ya no es como antes, la gente es más unida para defenderse ante algún robo o ataque contra algún vecino.
No sé qué les hubiera pasado a los que me agredieron si alguien hubiese alertado a tiempo.
Como era de noche, nadie apareció para ayudarme. Los policías sí hacen patrullajes, pero ese rato tampoco aparecieron. En el barrio algunas calles no tienen alumbrado público y por eso se vuelven inseguras.
Solo una chica que pasaba por el lugar gritó para que dejaran de pegar. Yo alcancé a reconocer al padre de mi hijastra. Por eso vine a la Fiscalía y a la Policía Judicial a presentar la denuncia.
Pediré que pague los gastos de la curación y de los días de trabajo que he perdido. Laboro en un restaurante en el centro norte de Quito. Por suerte la propietaria es buena y me dio permiso hasta que arregle todo.
En la PJ y en la Fiscalía hay que hacer mucho papeleo para presentar la denuncia. Tuve que traer las seis placas radiográficas que me hicieron en el Pablo
Arturo Suárez y aquí (en la PJ) también tuvo que revisarme un médico para confirmar mi denuncia.
Nunca antes había estado en una situación como esta ni me habían agredido así. Ahora la gente es mucho más violenta.