Julio León no ocultaba ayer por la mañana su malestar, mientras avanzaba, en forma lenta, en una larga fila en la sala de salida internacional del aeropuerto José Joaquín de Olmedo.Este azuayo de 50 años, quien vino de vacaciones al país, fue uno de los cerca de 150 pasajeros del vuelo de la compañía Delta que no pudo partir el lunes en la noche, tras una supuesta amenaza de bomba en la terminal aérea.
“Habíamos ya abordado el vuelo cuando el piloto dijo que no podía despegar por falta de personal. Entonces nos hicieron bajar. Recién a las cinco de la madrugada nos dijeron que debíamos ir a un hotel, pero preferí quedarme con mi familia durmiendo aquí”.
León viajaba junto con su esposa Zoila, sus hijos Kevin y Brandon, y su amigo Andy Vega. Debía estar a las 08:00 en Atlanta, tomando un vuelo a Nueva York a las 10:00 de ayer. Pero a esa hora aún se encontraba en Guayaquil, de donde recién partirían a las 12:30.
La noche del lunes, la terminal aérea se convulsionó por la supuesta amenaza de bomba. El temor se apoderó del lugar, en el norte de la urbe, cuando guardias de seguridad detectaron una maleta grande color azul abandonada en el ‘counter’ número 8, destinado al vuelo de Delta.
La situación fue reportada, a las 21:22, al Comité de Operaciones de Emergencia del aeropuerto. Trece minutos después llegó el personal especializado en explosivos del Grupo de Intervención y Rescate (GIR). Eso ahondó más la preocupación entre pasajeros y familiares que fueron evacuados del aeropuerto.
La misteriosa maleta, que dio positivo a los controles en el detector de explosivos y metales, fue llevada al exterior del sitio. Sin embargo, la inspección a través de perros dio resultado negativo.
Fue cuando, luego de una serie de protocolos, se hizo detonar una descarga sobre la maleta.
Horas después Edwin Noguera, jefe del GIR, en rueda de prensa, descartó que la maleta encontrada contuviera explosivos.
“Lo que se encontró fueron dos ollas de aluminio, ropa, zapatos, y dos lámparas pequeñas”, dijo Noguera. En el operativo participaron dos técnicos antiexplosivos e igual número de canes pastor belga malinois y sus guías.
Marcelo Castillo, capitán encargado del operativo, aseguró que se siguieron las normas internacionales para estos casos. Por precaución se procedió a retirar la maleta con la supuesta bomba a los exteriores del aeropuerto.
Ayer, en sus instalaciones vía a la Costa, el GIR realizó un simulacro en donde se observó cómo actuaron para detonar la maleta. Realizaron una explosión controlada con una carga de aproximadamente 5 litros de agua y 30 gramos de explosivos, a través de un cordón detonante de 3 metros.
Simultáneamente, en otra rueda de prensa, el director general de la Aviación Civil, Fernando Guerrero, también descartaba la posibilidad de un atentado en este hecho. Y ratificó que la maleta contenía enseres personales.
“Serán la Fiscalía y la Policía las que, luego de las investigaciones y la revisión de los videos del aeropuerto, determinen responsabilidades”, dijo. Además, confirmó que en ningún momento se reportó llamada anónima alguna por una supuesta bomba.
También, señaló que las operaciones aeroportuarias nunca se suspendieron. Solo dos vuelos, uno de Delta, proveniente de Atlanta, y otro de Lan Ecuador, que llegaba de Chile, permanecieron parqueados en la plataforma carguera y los pasajeros a bordo, mientras duró el operativo.