El sonido de los motores de buses, automóviles y motocicletas pasa inadvertido entre los peatones que caminan por las calles de Quito. Ya nadie se tapa los oídos, pues el ruido del tránsito se ha vuelto cotidiano en la capital.
Por ejemplo, en las avenidas 10 de Agosto y Colón, una zona con alto tráfico vehicular, mantener una conversación en condiciones normales es una tarea difícil. Los peatones alzan la voz o ingresan a los locales para hablar por teléfono.
Desde el 2009, la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad Internacional SEK monitorea la contaminación acústica en la ciudad. Ese año elaboraron un mapa del ruido (ver infografía) e identificaron las zonas más críticas. Quitumbe (sur), La Marín y Santo Domingo (centro); y el intercambiador de Carcelén (norte) registraron los niveles más altos de ruido en la capital.
No obstante, la situación empeoró en los últimos cinco años, explica la ingeniera Katty Coral, decana de la Facultad de Ciencias Ambientales de la SEK. “De 73 decibeles (dB) promedio que estábamos en el 2009, ahora bordeamos los 75, 76 dB”.
Los datos revelan que los vehículos son la principal fuente de contaminación acústica en la ciudad. De hecho, según Coral, los automotores son responsables del 70% del ruido que se genera en Quito; seguido de los comercios (20%) y la industria (10%).
Estudios publicados en el 2013 señalan que Quito, Guayaquil, Río de Janeiro, Lima y México Distrito Federal son las ciudades que mayor contaminación acústica provocan en América Latina.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que los límites tolerables de las fuentes móviles (vehículos) no pueden exceder los 60 dB, pero Quito no cumple con ese estándar, ni siquiera en la noche, a criterio de Coral.
En el estudio de la Universidad se precisa que incluso en las noches, cuando el flujo vehicular baja, la capital registra entre 55 y 60 dB. “La OMS recomienda que para que la gente duerma lo ideal es 40 y 50 dB”.
Además, desde el 2004 rige la Ordenanza 213 que regula la contaminación acústica en Quito. En el documento se fijó un rango máximo de entre 88 y 90 dB para motocicletas, autos, camiones y buses.
Otra de las causas de este fenómeno es el uso excesivo de la bocina. Según la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT) esta es la cuarta infracción que más se comete en Quito.
En el artículo 139 de la Ley de Tránsito y Transporte Terrestre se sanciona esta contravención con el 5% de un salario básico y la pérdida de 1,5 puntos de la licencia de conducir.
Fabián Rosas, director de Procedimientos Sancionatorios de la AMT, indica que entre el 11 de noviembre y el lunes último hubo 4 368 sanciones a conductores que utilizaron indiscriminadamente la bocina. “La responsabilidad es de los conductores, porque el malestar es para el peatón”.
Sin embargo, a escala nacional, esta fue una de las infracciones menos sancionadas, según datos de la Agencia Nacional de Tránsito.
Para Coral es imprescindible realizar un estudio de flujo vehicular en la ciudad para desconcentrar las vías más utilizadas; mejorar el transporte público y concienciar a los conductores para que no utilicen en exceso la bocina y que no ‘tuneen’ los autos con vibradores en el tubo de escape...
El ruido genera estrés
En la investigación que elaboró la SEK se dice que la población desconoce los efectos del ruido en la salud. Mucha gente ignora que el potencial de daño en el oído de una fuente de ruido no solo depende de su volumen, sino también de su duración, según el estudio.
Por ejemplo, los policías y vendedores ambulantes corren más riesgos de sufrir efectos en la salud, pues están expuestos a niveles altos y permanentes de contaminación.
La OMS recomienda que el límite de exposición ocupacional al ruido sea de 85 dB por ocho horas. Este parámetro evitaría que la persona pierda la audición después de 40 años de trabajo bajo esas cotas.
“Incluso en un ambiente laboral de 80 dB ya se debe usar protección auditiva. Si estamos hablando de que en las calles de Quito el promedio es de 75 -76 dB, los policías o la gente que tiene quioscos debería tener más cuidado”, explica Coral.
Pablo Herrera es médico internista y advierte que las altas exposiciones al ruido pueden provocar sordera. Aunque añade que el síntoma inmediato en los pacientes es el estrés.
El especialista recomienda el uso de tapones para oídos que se comercializan en cualquier farmacia o algodones. “El estrés que el paciente genera puede provocar úlceras, gastritis e incluso infartos”.
Coral asegura que se ha subestimado a la contaminación acústica porque no se la ve.
En contexto
En Quito, el uso excesivo de la bocina es la cuarta infracción más frecuente, según la Agencia Metropolitana de Tránsito.
Un estudio de la Universidad Internacional SEK revela que, actualmente, la capital registra, en promedio diario, un ruido de 75 decibeles.
4 368 multas emitió la Agencia Metropolitana de Tránsito en cuatro meses por el uso excesivo de la bocina.
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