En la morgue, el hombre de 41 años tenía la camisa abierta, seis impactos de bala y un rosario de madera en el cuello. El cadáver fue hallado la noche del lunes en las afueras de un condominio en el norte de Quito.
Los agentes primero investigaron a la víctima y subrayaron: tenía antecedentes, fue detenido hace siete años por robo. Los seis orificios de bala (cuatro en el tórax y dos en las caderas) develan un ensañamiento. ¿Sicariato? Los investigadores calificaron al caso como asesinato. En Ecuador, el Estado no sabe cuántas personas mueren por sicariato.
La Dirección Nacional de la Policía Judicial (PJ) lleva una base de datos que contribuye a precisar el índice de criminalidad en el país. Pero la estadística no visibiliza la muerte por encargo, sino tres categorías confusas: homicidio, asesinato y otras muertes. ¿El homicidio está vinculado a la riña y el asesinato a la premeditación? ¿Cuál es el equipo técnico que diferencia los casos?
Según la estadística de la PJ, el año pasado Guayas registró 1 321 crímenes: el 54,4% correspondió a asesinatos. El 9,8%, a homicidios y el 35,7%, a otras muertes. ¿Cuáles muertes? En Pichincha, la mayor criminalidad (de 301 casos) tuvo como causa el homicidio: 88,3%.
¿Y el sicariato? Si la cifra se esconde entre los asesinatos habría que alarmarse. 3 334 crímenes registró Ecuador el año pasado, según la PJ. De ellos, más de la mitad, 54%, correspondió a asesinatos.
¿54% de crímenes se planifica? La invisibilidad del sicariato fertiliza la impunidad.
Sin registros, con 90% de asesinatos sin sentencia, precarias morgues, parcial control de armas y pirotecnia legal, sin una Política Integral de Seguridad, es apenas comprensible que prime la estrategia de indagar más al muerto que al culpable de asesinar.