María de los Ángeles M. Víctima de la inseguridad en Tulcán.
Nunca había sido víctima de un asalto hasta que cumplí los 35 años. Esa situación me sorprendía porque vivo en la frontera y ese sector es peligroso.
Pero supongo que ya era hora de que me toque a mí (ser asaltada). El fin de semana pasado estuve en la celebración del cumpleaños de dos amigas, quienes decidieron salir a bailar en una discoteca en el norte de Tulcán.
Un poco antes de las 03:00, la persona que me acompañaba y yo caminábamos por la calle Olmedo y, en el cruce con la Boyacá, estaba un desconocidos que se dirigía hacia nosotros y nos veía.
No pensamos que podía ser peligroso. Además, mi acompañante y yo nos pusimos en alerta por cualquier cosa. Cuando pasamos por su lado, yo tenía el bolso justo en la mano que daba a su lado. Era una cartera llamativa, de marca y parecía estar llena de cosas.
De repente, el hombre hizo un movimiento, me la arranchó y huyó. Junto a él desaparecieron otros desconocidos que no habíamos visto. No hicimos nada, solo vimos cómo se alejaban con rapidez.
El bolso contenía todos mis documentos, carnés, tarjetas de crédito… Allí estaban las llaves de mi casa y un set con maquillaje que me costó mucho conseguir.
Por suerte entregué mis pertenencias a la persona que me acompañaba cuando salimos de la discoteca y no me robaron las cosas de valor que llevaba.
Llamé a mi casa para avisar lo que había sucedido. Sobre todo porque en la cartera estaban mis llaves y documentos. Dos días después recibimos una llamada telefónica de un señor que había encontrado mis pertenencias. Mis padres me acompañaron a retirar mis documentos en el parque Ayora. No me entregaron las tarjetas de crédito. En fin, lo bueno es que no nos hicieron daño.