Entrevista a Margarita Carranco, presidenta de la Fundación Nuestros Jóvenes.
¿Frente a la violencia, hay voces que plantean juzgar como adultos a los adolescentes que tienen entre 12 y 17 años. Ud. critica que la sociedad ha sido represiva con el joven. ¿Cuál es la salida?
Los jóvenes siempre están a la mira de todos, tienen muchas barreras para que puedan desarrollarse: el tema del desempleo, los bajos niveles de educación. Cuando salí del Municipio (2009) llevé el tema de culturas juveniles y pandillas a la Fundación Nuestros Jóvenes, porque temía lo que podía pasar con la nueva coyuntura, que pase lo que está pasando. El 23 de diciembre nos invitaron del Gobierno a los compañeros de la Fundación.
¿Qué pasó allí?Debido a que el Ministerio del Interior no tiene mucho interés, asistió la persona responsable de DD.HH., a quien mostramos qué es lo que están pensando y qué es lo que quieren los chicos (miembros de los Latin Kings). Por ejemplo, ellos dicen que hay un adultocentrismo que estigmatiza a los jóvenes como expresión de violencia, irregularidad y adicción. Yo trabajo con dos ideas: cuando los jóvenes dejen de ser sospechosos en una sociedad es porque ha cambiado esa sociedad. Y cuando las estructuras del Estado, del Gobierno local y del Gobierno nacional se adapten a los jóvenes y no los jóvenes a las estructuras, quiere decir que algo bueno está pasando, pero eso todavía no sucede.
¿Qué seguimiento da el Municipio de Quito al proyecto de reinserción de Latin Kings que usted impulsó como Vicealcaldesa?
Norman Wray es un excelente concejal, es un hombre muy comprometido, muy sensible. Se reunió conmigo antes de que me reemplazara como presidente en la Comisión de Género del Municipio, lo que me pareció muy reconocedor. Cada uno tiene su estilo; yo tuve el mío, en el que abarqué a todos los sectores vulnerables o como los llama ahora la nueva Constitución, sectores prioritarios. Pero Norman no se comprometió a todo y en el tema de los jóvenes creo que no. Creo que en el tema de violencia intrafamiliar sí está haciendo un buen trabajo, en el tema de identidad sexual también, pero en el tema de jóvenes no. Los mismos jóvenes sienten que hubo un retroceso en todos los avances logrados.
¿Qué avances?
Primero, la situación de exclusión de los jóvenes y los niveles de violencia de convivencia hicieron que los chicos llegaran a un límite de decir “ya basta, no queremos más”. En el caso de los jóvenes en situación de pandilla, la muerte de un chico en Barcelona (España), originó en este país un movimiento hace cerca de seis años. En Barcelona, el Alcalde empezó a dialogar con los chicos y determinó espacios de seguridad para los jóvenes en casas comunales, él tomó una actitud correcta. Los chicos, al ver eso, empiezan a buscar interlocución. En la Comisión de Género el tema jóvenes fue una prioridad para nosotros. Al ver que nosotros empezamos a darles importancia y a decirles: “Sí, estamos de acuerdo”, conformamos la mesa de los jóvenes en situación de pandilla, con una comprensión total desde el Alcalde hasta la Dirección de Seguridad y la Comisión de Género y el área social. La primera demanda de los jóvenes era legalizarse y se legalizaron en una organización más social, menos hacia acciones ilícitas, más bien cosas lícitas, sociales, etc., y les ayudamos. En ese tiempo, Jeannette Sánchez era la Ministra de Inclusión y se creó la Corporación de Reyes y Reinas Latinas.
¿Qué evidencias existen de la reinserción?
Después de eso los chicos crean un Centro de Tecnologías Juveniles, con recursos que vinieron del MIES, del Municipio y del Consejo Provincial de Pichincha. Entonces, se creó un centro de producción musical, de capacitación para los chicos en fotografía, video y actividades artísticas. Se implantó el concierto por la paz urbana, que se hace en el Ágora de la Casa de la Cultura. Pasamos unos tres años construyendo, se dieron brotes en Ambato y Santo Domingo. En Quito, el 80% de los jóvenes en situación de pandilla están en cosas lícitas, productivas, sociales y con ganas de trabajar en el proceso. Los chicos condujeron sus propios procesos, es un adultocentrismo creer que los jóvenes no son capaces de construir cosas y que los adultos tenemos que hacerlo. Ese es el error.
Pero no todos los Latin Kings de Quito entraron en ese proceso.
Sí. Los Latin están divididos: la una sede está en Solanda y la otra en Turubamba (las dos en el sur de Quito). Cuando estaba de candidata a la Asamblea, el grupo de Turubamba (que son algunos disidentes del grupo anterior) se contactó conmigo. Ellos no entraron en esa temporada, pero hoy tienen una proyección mucho mayor, esto es justo la madurez del proceso. Yo les dije que en los temas o deudas de ley yo no me meto, ustedes tienen que saber defenderse por su pasado. Cuando sea una cosa injusta con la Policía, con la Fiscalía, ahí les apoyaré; pero si cometieron ilícitos ustedes sabrán cómo se arreglan. Desde que estoy en la Fundación, los dos grupos han sido nuestra prioridad (Latin Kings de Solanda y Turubamba), el uno ya camina solo (Turubamba).
¿Y las disputas entre esos dos grupos?
No, ellos han creado sus códigos, hay pactos de paz entre ellos. Antes peleaban los Latin con Los Ñetas, ahora ya no. El conflicto siempre era el territorio. Esas líneas divisorias no existirían por el pacto que quieren firmar los Latin de Solanda con los Latin de Turubamba.
¿Cómo atender desde el Estado a los jóvenes en condición de pandilla?
En el Gobierno hay una deuda con los jóvenes. Si ya hay personas como Nelsa Curbelo, Monseñor Orellana, Mauro Cerbino, por qué no consultarlos. Cuando estaba Lourdes Portalupi en el Ministerio de Inclusión coordinábamos cosas pero no había respuestas. El Ministerio del Interior está interesado pero no ha habido respuesta y el Ministerio de Pueblos está interesado, pero sigue haciendo cosas puntuales y no pregunta a quienes nos hemos conectado con los jóvenes. Hay que trabajar en las diferentes provincias del país para construir una política pública. A nosotros no nos interesa liderar ese proceso, le toca al Gobierno dar una respuesta a estos jóvenes, eso es mejor porque en Guayaquil las pandillas ya se tomaron los barrios, y no queremos que en Quito o en otras ciudades pase eso. El protagonismo puede estar en ellos, los chicos.