No hablaba de otra cosa que no fuera sobre el paseo que tenía previsto hacer con su familia.
Ito Menéndez llevaba varios días planificándolo con sus dos hijos menores de edad. “Íbamos a recorrer Manabí y las playas de San Vicente, y Rocafuerte”, dice uno de ellos. “Ahora debíamos estar todos en la playa y no en el funeral de mi padre”.
Menéndez recibió dos impactos de bala el lunes cerca de las 04:30. A esa hora llegó al local comercial donde expendía productos del mar, en el mercado de marisco, ubicado en el oeste de la ciudad de Santo Domingo.
Una familiar lo acompañaba junto con un trabajador. Ella aseguró que al estacionar la camioneta en la que se movilizaban, observaron a un desconocido recostado en la acera.
No se sorprendieron, pues el sector es frecuentado por personas con algún tipo de adicción y vagabundos. La Policía lo considera zona roja.
La mujer recuerda recuerda que la víctima bajó de la camioneta y que, al verlo, el desconocido se puso de pie, se acercó rápidamente y mostró un arma de fuego. “Le disparó y salió corriendo”.
Testigos dijeron que lo vieron subir a un taxi que se encontraba estacionado a unos 100 metros del sitio donde se cometió el asesinato y que se fugó con el chofer. “Parece que ambos se conocían, porque el taxista no le preguntó nada y arrancó apresurado”, dijo un comerciante de mariscos que presenció el asesinato.
Según la Policía, en lo que va del año se han registrado 58 asesinatos. Uno de los que mayor conmoción generó en Santo Domingo se produjo el 21 de junio pasado. César Medina, director de la Escuela Eugenio Espejo, recibió dos impactos de bala cuando intentaba evitar el robo de una compañera docente.
Los responsables huyeron en una motocicleta, mientras el docente se desangraba en la calzada. Cuando los socorristas de la Cruz Roja llegaron aún tenía signos vitales. Lo trasladaron a una casa de salud, pero murió en el transcurso del camino.
La familiar asegura que también trató de llevar a la víctima al área de emergencias de una clínica privada cercana, pero Menéndez no resistió. “Era un hombre que pensaba en grande. Hace poco me dijo que quería ser el próximo Alcalde de Santo Domingo, para ayudar a las personas”.
Menéndez tenía experiencia en el campo político. En 1994 fue concejal suplente y se lo principalizó luego de que su titular fuera víctima de un atentado.
Recibió varios tiros cuando se trasladaba en un vehículo de la Alcaldía. Entonces Menéndez era parte del Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE). Llegó a ser comisario de construcción de la Municipalidad.
“Él era oriundo del cantón Chone, igual que yo”, dice su amigo Ricardo B.. “Pero quería a Santo Domingo como si fuera nacido acá. Llevaba 35 años radicado acá”.
Su cadáver fue velado ayer, en la planta baja de su vivienda, ubicada en la calle Ibarra, centro de la ciudad. Sus familiares tenían previsto trasladarlo hoy a Quito, para que sea cremado. Ese fue uno de los pedidos que hizo en vida.
El ingreso a la calle Ibarra fue bloqueado con tres camionetas.
Fuera de la vivienda se colocó un carpa para que los amigos y familiares se cubrieran del sol. También sillas plásticas blancas.
Desde ahí se observaba el féretro café, rodeado de ramos de flores rojas y blancas. Delante, la funeraria colocó una cortina negra. Pasado el mediodía, tres amigos llegaron al sitio con guitarras.
Se acercaron a Menéndez y le brindaron un homenaje póstumo. Sus hijos lloraron junto al cadáver. El menor, de 8 años, le decía en voz baja que extrañará los abrazos que le daba cada día, cuando llegaba a casa de la escuela. Los allegados, vestido con trajes negros, se acercaron para consolar a los deudos.
Zambrano recordó que el domingo pasado habían salido a comer fuera de casa en familia. “Compartimos una parrillada típica de la ciudad. Para Ito, los domingos eran sagrados porque se los dedicaba a su familia”.
En la mesa aprovecharon para concretar detalles del paseo que tenían previsto hacer y que finalmente no se concretó.
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