El dueño de la casa dinamitada en Manta fue asesinado por sicarios

Ayer, en una casa de salud.  Los familiares de Luis J. lloran desconsolados  ante el asesinato  perpetrado por dos sicarios en Manta. Foto: EL COMERCIO

Ayer, en una casa de salud. Los familiares de Luis J. lloran desconsolados ante el asesinato perpetrado por dos sicarios en Manta. Foto: EL COMERCIO

‘Mijo, recoja bien esos ladrillos”. Esas fueron la últimas palabras de Luis J., antes de ser asesinado la tarde de ayer. Él es propietario de la vivienda que el último lunes fuera destruida por la detonación de una bomba en la urbanización La Pradera, en el noroeste de Manta.

Eran las 17:00 de ayer, cuando el polvo de la explosión aún cubría el ambiente. El hombre conversaba con un amigo y uno de sus hijos, cuando de pronto llegaron dos personas en una moto.

El que hacía de copiloto se bajó y con un arma de fuego buscó a uno de los hijos de Luis J.

Los testigos contaron esta escena. “A mi hijo no”, dijo Luis y se interpuso entre él y el desconocido.

Este le disparó dos veces en la cara y Luis J. murió de inmediato.

Ecuador M., quien apoyado sobre una camioneta doble cabina conversaba con el ahora fallecido, resultó con heridas de gravedad.

Ambos fueron llevados por amigos hacia un centro asistencial. Allí, los médicos de urgencias confirmaron la muerte de Luis J.

Después de 30 minutos, Ecuador M. fue trasladado a otro centro de salud. En los exteriores de la sala de urgencias el ambiente era tenso. Llantos de mujeres, adolescentes y adultos mayores se escuchaban por todas partes.

Agentes de las fuerzas especiales de la Policía patrullaban todos los rincones del barrio La Pradera. Buscaban información sobre las personas que mataron a Luis J.

El fiscal de turno, César Ponce, llegó a la clínica para hacer el levantamiento del cadáver.

Los familiares del fallecido dijeron a Ponce que los asesinos eran los mismos que lanzaron la bomba la madrugada del lunes.

Los habitantes de la calle principal de La Pradera están en ‘shock’.

Clara B. dijo que escuchó las detonaciones y luego los llantos de varias personas. “Ya no sabemos qué hacer, creo que nos cambiaremos a vivir a otro sector”.

El hombre acribillado se dedicaba a la reparación de artefactos como televisores, radios, planchas, etc. El taller estaba ubicado en la parte frontal de su casa, que fuera destruida por la bomba.

“El hombre vivía preocupado, pues las amenazas hacia su familia eran constantes”, comentó un vecino. “Era buen padre, le gustaba hablar con la gente, su oficio de radiotécnico le facilitaba hacer amistades”, dijo otro vecino.

“Se nos fue, nadie pensó que le arrebatarían la vida de esa manera, apenas tenía 55 años”, decían las mujeres y se abrazaban.

Jorge C., un guardia de seguridad que vive cerca de la casa de la víctima, ayer se mostró extrañado porque la Policía “no dio protección a la familia”. Y añadió: “Aquí la gente tiene miedo de lo que pueda seguir, la zona es conflictiva”.

El silencio es la constante en las calles oscuras de La Pradera. Ayer algunos taxistas no querían realizar carreras a La Pradera.

“Hay un conflicto en ese lugar, prefiero no ir, tengo familia que me llore”, comento Daniel Z.

Fuentes policiales no descartan la hipótesis de que las amenazas constantes y la posterior muerte de Luis J. tengan como sustento que uno de sus hijos es víctima y testigo de una balacera donde murieron dos personas, el 27 de marzo pasado, en Manta.

“Podría ser una ‘vendetta’, seguimos investigando”, dijeron agentes. Hasta ayer, los familiares de Luis J. no denunciaban el atentado con bomba y menos aún el asesinato. Desde el 25 de mayo, 70 policías de élite llegaron a Manta a reforzar la seguridad.

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