La avenida estaba desolada. Eran las 21:30 del miércoles pasado y solo tres mujeres caminaban presurosas, tras descender de un automóvil verde, mientras regresaban a ver a sus espaldas y a los lados, por la 6 de Diciembre y Foch.
En bares, discotecas y restaurantes de La Mariscal, centro norte de Quito, monitores de pantallas planas transmitían el partido de fútbol entre Emelec y Corinthians de Brasil por la Copa Libertadores de América, y copaban la atención de los clientes.
El escenario era similar en las calles aledañas a la plaza El Quinde. En la esquina de la avenida Amazonas y Joaquín Pinto, tres mujeres arrimadas sobre una pared apenas conversaron con un hombre vestido con traje formal, a quien le entregaron un paquete pequeño, a cambio de dinero.
Para los moradores y propietarios de negocios de La Mariscal, esa es una escena que se repite con frecuencia por las noches.
Michael C., propietario de un local sobre la Calama, lamentó que “a comparación de otras ocasiones para este mismo día habría más clientela. La inseguridad ha afectado a los negocios al menos en un 50%”. Según la Encuesta de Victimización del Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana (OMSC), La Mariscal ocupa el noveno lugar entre los diez barrios considerados más peligrosos de Quito. A eso se suma que es el sector con mayor incidencia en asaltos a personas.
De hecho, esa entidad ha registrado 589 denuncias de robos, asaltos y hurtos desde enero hasta abril de este año. Los vecinos de ese sector coinciden en que la venta de droga al menudeo atrae otros problemas de inseguridad.
Fernando G., administrador de un restaurante, cuenta que dos delitos se han “arraigado en la zona como los robos y la venta de droga”. Él narra que “he visto cómo la delincuencia se ha apoderado de un lugar donde la gente venía a divertirse. Ahora ya ni en el día tenemos la clientela que acogíamos antes”. Su sentir es que los controles de los uniformados no son continuos y los delincuentes se aprovechan de eso.
En el 2010, el OMSC identificó que en 51 barrios de Quito se expende y consume droga y catalogó a 13 de ellos como los de mayor incidencia; La Mariscal consta dentro de ese listado.
A eso se suman los problemas de violencia que genera la disputa territorial en ese sector por la venta de drogas. En octubre del 2010, tres africanos fueron acribillados en una vivienda ubicada en la calle Cordero y Páez.
Investigadores detallaron en ese tiempo que tres hombres con acento extranjero llegaron a la casa y dispararon contra las víctimas. Los africanos William Njan, Michel Nfwopara, Hugo Baches y Tabi Tabi fueron hallados con disparos en la cabeza y cuello.
Inteligencia llegó a la conclusión que el ataque se produjo por el control del mercado de venta de drogas en La Mariscal. En otro caso, la noche del sábado pasado fue asesinado un africano y una mujer. Dos desconocidos que iban en una motocicleta abrieron fuego contra ellos mientras conversaban en el interior de un automóvil rojo que estaba parqueado en en la intersección de la avenida Amazonas y Calama.
Al escapar, la moto en la que iban los armados chocó contra una camioneta que circulaba en la avenida 6 de Diciembre y Eloy Alfaro. Ellos están detenidos.
Antes de que finalizara el partido de la Libertadores, dos camionetas de la Policía recorrían la av. Amazonas hasta la Patria, pero centraban su control al sector de la Plaza El Quinde. Cuando las mujeres ubicadas en la Amazonas y Pinto se percataban de la presencia de los uniformados, caminaban hacia el oriente para que los agentes no las detuvieran.
Pocas personas se atrevían a caminar a lo largo de la Amazonas cerca de las 22:45. Los clientes de los bares trataban de permanecer cerca de los locales para tomar un taxi lo más pronto posible.
En otro sector, en la Calama y 6 de Diciembre, tres hombres conversaban apoyados sobre la pared de una vivienda. Cuatro jóvenes saludaron con ellos con una señal. Moradores creen que de esa forma se comunican por las noches.
Uno de los hombres les entregó un paquete pequeño a cambio de dinero. En la calle obscura, la Policía no se percató de lo que estaban haciendo. Los uniformados se detuvieron en la puerta de un restaurante para ver el final del compromiso por la Copa.
Pasadas las 23:15, tres jóvenes vestidos con trajes elegantes salieron de un bar y caminaron por la Foch con dirección a la av. Amazonas. Lucían confiados y antes de que pudieran tomar un taxi, las tres mujeres que estaban en la calle Joaquín Pinto silbaron.
En 30 segundos aproximadamente, ocho mujeres rodearon a los tres hombres y les arrebataron los teléfonos celulares, dinero y documentos. En medio de forcejeos y golpes, ellas les rompieron sus trajes. En ese momento, los policías de la zona no estaban allí.
En La Mariscal hay al menos 800 locales comerciales, pero hay una mayor cantidad de viviendas, según el Comité Barrial de ese sector. Juan Carlos Rueda, comandante del Distrito Metropolitano de Quito, reconoce que “hay problemas (de delincuencia) en La Mariscal pero con los esfuerzos de la Policía se hace esfuerzos para disminuir los delitos en un lugar muy importante”.
Doscientos metros hacia el norte del sitio donde estaban las mujeres, dos uniformados vigilaban. Ellos formaban parte de los ocho agentes que brindaban seguridad esa noche. Dos más patrullaban a pie de oriente a occidente por la calle Calama y cuatro más vigilaban la plaza El Quinde.
A las 00:00, decenas de personas caminaban de forma despreocupada. Algunas incluso se quedaron por largo tiempo conversando en grupos. Al fondo, antes de llegar a la avenida 6 de Diciembre, se observaba a tres hombres que caminaban. Uno de ellos sacó otro paquete del bolsillo y le entregó a otros jóvenes.
Medidas de seguridad
En las calles Calama y Baquedano los dueños de los locales se organizaron y contrataron el servicio de seguridad privada. A lo largo de estas dos vías vigilan guardias con canes. Los hombres no llevan armas de fuego.
Los residentes y dueños de los locales se reúnen una vez al mes para debatir sobre posibles soluciones o iniciativas para luchar contra la inseguridad que aqueja a La Mariscal.
Los policías de la Unidad de Vigilancia Comunitaria La Mariscal participan en reuniones con moradores. Según el Comandante del Distrito Metropolitano de Quito, Juan Carlos Rueda, se instalarán botones de pánico y alarmas comunitarias para las viviendas y locales.
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