Son muchos los testimonios sobre robos y asaltos violentos de la gente en Quito. Hay historias como la del payaso Aguacate, a quien le robaron su vestuario tras golpearlo o la de Marco Armas, a quien le quitaron hasta la ropa. Él recuerda este episodio con reflexión y dice que al tener tres hijos, lo mejor que puede hacer es incentivarlos para que cuiden su seguridad.
“Hay que valorar la vida más que la ropa de marca o los accesorios que tenemos, pero también hay que enseñar a los chicos a respetar lo ajeno. Desde que llegan a casa con un lápiz que no es de ellos, desde ahí hay que inculcarles el respeto”.
El padre de familia fue uno de los que participó con su testimonio en el lanzamiento de la campaña No compres robado, ayer en la plaza San Francisco de Quito.
La idea nació en enero pasado, en una clase de marketing dirigida por María Dolores Brito. Ella y sus alumnos pensaron en la seguridad como una de las mayores problemáticas de la ciudadanía. Iniciaron una investigación de campo y con la información recabada armaron la campaña.
Descubrieron que, por ejemplo, el 70% de los asaltos a personas en Quito es con armas de fuego. El robo de celulares y de dinero son los delitos más denunciados en la capital.
Ayer, desde las 10:00, uno a uno los transeúntes se acercaban a los estudiantes de la Universidad San Francisco de Quito, promotores de esta campaña, para contarles su experiencia de inseguridad y escribirla en los murales de tela apostados a un lado de la Plaza.
“Solicitamos información a las autoridades, escuchamos los testimonios de la gente y nos dimos cuenta que la inseguridad no es una percepción, la inseguridad es una realidad y por eso la gente siente miedo”, dijo Brito.
¿Por qué el nombre No compres robado? Brito cuenta que si hay alguien que compra los artículos sustraídos, incentiva a que se sigan cometiendo estos delitos.
Luego de empezar a consolidar la información recopilada, los resultados arrojaron que los objetos más robados son los celulares, las laptops y radios de carro. “Es obvio que si estos objetos son los más codiciados por los ladrones es porque hay una demanda”, manifiesta la promotora. “Decir a la gente que no compre lo robado se convirtió en elemento principal”.
A Luis Oña, quien fue asaltado con una navaja, le duele saber que “uno se esfuerza por conseguir algo para que luego venga otra persona a quitártelo y venderlo. Si seguimos comprando lo que nos roban, estamos colaborando con la delincuencia”. Esta víctima de la inseguridad considera que sí hay la obligación ciudadana de decirle no a lo ilegal. Así podremos reclamar a las autoridades”.
La estrategia de No compres robado es hacer que la gente se exprese y proponga. “El hecho de que tú escribas lo que te pasó te hace más consciente de que sí hay una solución posible y que eres parte de esa solución. Es una actitud participativa que luego se puede multiplicar en el barrio, en la oficina y sobre todo en la familia”, agrega la catedrática.
A José Pilco, vendedor de helados y granizados en el Centro Histórico, esta iniciativa le devuelve la esperanza para que se haga justicia. “A mí me han asaltado tres veces y la primera vez lo denuncié, pero a la semana el desconocido que me robó, estaba libre. Eso me decepcionó, pero hoy que he venido a vender a esta zona, me voy contento con esta idea”.
Mientras José se alejaba de los murales de tela, más personas llegaban hasta estos para escribir su testimonio y dar consejos sobre cómo evitar los robos.
Eran las 11:00 y Adriana Hidalgo, estudiante de publicidad de la San Francisco, ya le dio la vuelta a su mural. “Han escrito más de 50 personas en la primera hora, muchos me dicen que no quieren escribir ni dar su nombre porque se sienten amenazados y tienen miedo. Pero todos coinciden en que tenemos que unirnos para que la delincuencia deje de hacer lo que se le da la gana”.
Adriana y su familia también fueron víctimas. Eso la motiva más, dice, para colaborar en la campaña. Para la joven sí hace falta que la gente reaccione, “ hable, denuncie y así seremos más”.