Hace ocho años, la diplomacia nacional, y con ella el país, se abochornó con la noticia de que el embajador en Buenos Aires, Germánico Molina, sacó de paseo a Guillermo Suárez Mason, quien cumplía prisión domiciliaria acusado de tortura y tráfico de menores. Al ex presidente Gutiérrez y a su Canciller no les quedó sino tomar la única vía posible: retirarlo.
Quienes son afectos a recurrir a la historia para ilustrar el presente también pueden ir a 1894, cuando el altercado conocido como ‘la venta de la bandera’ dejó en mal predicamento al país y motivó la caída del presidente Luis Cordero, un año más tarde. Los ejemplos nos dejan dos conclusiones: un escándalo internacional puede suceder en cualquier tiempo, y en todo caso es necesario hallar a los responsables, lo cual no siempre es sinónimo de culpables.
En cuanto a la valija que sirvió para introducir 88 libras de coca líquida a Milán, es importante saber si el reglamento elaborado hace poco por un “vaguito”, en palabras del canciller Ricardo Patiño, sirvió o no para cometer el delito. Y que la autoridad determine si el narcotráfico ha permeado o no la esfera diplomática.
Mayormente debido a la investigación en Italia, ya que la Fiscalía ecuatoriana camina con pies de plomo, no hay duda de que la explicación del “linchamiento mediático” se queda corta. Pese al apoyo legislativo partidista a Patiño, la ciudadanía sigue esperando.