Los primeros contactos fueron por Facebook. Tras conocerse personalmente se hicieron novios en un par de meses. Pero Karina L. (nombre protegido), de 14 años, supo algunos días después que su novio, de 17 años, era parte de una red de microtráfico en Quito.
Karina fue obligada a vender droga en su colegio, ubicado en el sur de la capital. Ella contó a los agentes de la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen), que su pareja pertenecía a un grupo de jóvenes que se dedican a esa actividad.
Para Jonathan Ibujes, del área de capacitación de la Dinapen, cuando las redes sociales no tienen control son potenciales puertas al mundo del narcotráfico. “Los adultos se crean usuarios ficticios, con fotografías de adolescentes atractivos para llamar la atención de los jóvenes”.
Karina aprendió a vender los pequeños paquetes de base de cocaína en los baños de su colegio. “Los baños son un minimercado”, manifiesta Ibujes. Ese es el lugar más frecuente para el expendio de estupefacientes dentro de las instituciones, porque allí los controles son ínfimos.
Según los datos de la Policía de Antinarcóticos, a escala nacional, de enero a julio, 246 menores fueron aislados por tenencia de estupefacientes. En Quito se registró 57 casos en el mismo período.
Antinarcóticos ha identificado 17 barrios de Quito, donde menores de edad son utilizados para el microtráfico, es decir, en el expendio de droga al menudeo. Seis de estos sectores se ubican en el centro (Atucucho, La Tola, La Marín, San Juan, San Roque y Toctiuco); siete en el sur (Chillogallo, El Pintado, Guamaní, La Forestal, La Planada, Caupicho y La Villaflora); y cuatro en el norte (Carapungo, Comité del Pueblo, La Carolina y La Ofelia).
Karina terminó a los siete meses la relación con su novio e intentó alejarse de ese negocio. También fue obligada a consumir alcaloides. Pero su ex compañero la amenazó con matar a sus familiares. Incluso le agredió con un arma blanca. Fue ahí cuando su caso llegó a conocimiento de las autoridades policiales.
Según las indagaciones, el novio de Karina pertenecía a un grupo de ocho adolescentes, de entre 16 y 17 años, que formaban parte de una red de microtráfico liderada por adultos. Ellos controlarían la avenida Ajaví. En los exteriores de los colegios, ellos debían reclutar a estudiantes para que ofrezcan los estupefacientes en el interior de aquel establecimiento.
La Policía explica que en las afueras de los colegios, los reclutadores deambulan durante los horarios de salida.
Los ‘sobreteros’ o ‘brujos’ llegan al lugar con pequeños paquetes con marihuana o base, cuyo costo va entre los USD 1 y USD 5.
El Plan de Prevención Integral de Drogas 2011- 2013 del Consejo Nacional de Control de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas (Consep), afirma que el 2,6% de consumidores consiguió droga en un colegio. En la última encuesta nacional realizada por el aquella entidad sobre el consumo de drogas, en el 2008, el 23% de colegiales estimó que le es fácil conseguir marihuana y otras drogas (ver recuadro).
Iluminación para los alrededores de los colegios
En los exteriores de los planteles hay otros factores de inseguridad. Según Genith Alcívar, del programa ‘Mi escuela se prepara’, de la Secretaría de Seguridad de la Alcaldía, han encontrado negocios cerca a colegios que expenden droga. “Pero lo más común es la venta de licor”, aclara.
A menos de 200 metros alrededor de una institución educativa no pueden existir negocios dedicados a la venta de licor o discotecas, afirma Alcívar.
Pero Sara Oviedo, secretaria ejecutiva del Consejo Nacional de la Niñez y la Adolescencia, señala que es necesario un cordón de seguridad permanente para los centros educativos. “Estuve en un colegio del norte de Quito, en el sector de Solca, y los jóvenes contaron que a su salida se encuentran con vendedores de drogas y les roban las cosas”, dice.
A aquello se suma la falta de iluminación. El Municipio trabaja en 800 puntos en la capital, que “primordialmente están alrededor de los establecimientos”. manifiesta Alcívar.
Consejos para padres
Mantener canales de comunicación con sus hijos para conocer sus amistades, tanto de las redes sociales como de sus colegios o del barrio.
Conozca los horarios de salida de los adolescentes de los establecimientos educativos para que prevea la posible hora de llegada de ellos.
Cree una red de contactos con las autoridades y profesores de los colegios o escuelas, así como de los padres de los compañeros de sus hijos.
El cambio de temperamento es un síntoma de posible consumo de drogas de los adolescentes. Dialogue con su hijo; pida ayuda profesional.
La pérdida de dinero de los padres es otro factor de alerta. Además, los jóvenes suelen vender su ropa, juegos o celulares para poder comprar los estupefacientes.
La acción en colegios
Facilite los contactos telefónicos o correos electrónicos de las autoridades de la institución a los padres de familia para lograr una comunicación rápida en caso de una emergencia.
En las reuniones invite a los padres de familia a que usen un servicio de transporte legal para los recorridos de sus hijos, a fin de que eviten el transporte público.
Las instituciones educativas pueden alertar a las autoridades del expendio de droga en sus alrededores al 101 ó también presentar una denuncia en la Fiscalía.
La Dinapen dicta charlas de prevención sobre consumo de drogas. Los colegios o las personas pueden solicitarlas de manera gratuita.
Punto de vista
Carlos Vallejo/ Fund. Nuestros Jóvenes
La tendencia de consumo de drogas no ha variado
En los últimos años, a escala mundial, las tendencias de consumo de todas las drogas no han variado mucho. Lo que estemos haciendo, no está dando los resultados para reducir la dependencia a los estupefacientes. Según esos parámetros mundiales, el consumo de marihuana ha decaído, pero ha subido el de las ‘drogas de diseño’ como el éxtasis, porque son estupefacientes más baratos y fáciles de transportar. En los últimos años (en Ecuador) no se ha profundizado sobre el uso indebido de drogas. Esto refiriéndome a las instancias del sector estatal. También es una responsabilidad de los colegios tratar este tema y capacitar a los jóvenes para que puedan tomar decisiones razonadas.
[[OBJECT]]