El éxito en la venta de artículos de “dudosa procedencia” radica en que nunca faltan compradores. La comerciante, de cabello teñido y ensortijado, no tiene reparo en reconocerlo. “El cliente demanda aparatos de segunda mano que sean baratos y de calidad. Nosotros se los vendemos. Eso no es ningún delito”.
La mujer administra un local en el interior de un centro comercial en Quito. En la vitrina principal, tiene varios modelos de celulares. El precio está marcado con un pequeño papel adhesivo.
Un celular Smart phone se oferta hasta en USD 250, cuando en las empresas operadoras oficiales el precio es de USD 600. El más económico (Nokia 1208) cuesta USD 25 y ya no se lo encuentra en las casas comerciales.
Ricardo J., de 36 años, pide a la comerciante que le muestre uno de los teléfonos. Cuesta USD 45, pero “el último precio” es de 40, le dice la mujer. Tiene radio y puerto USB. “Yo sé que de pronto estos aparatos son robados, pero necesito el teléfono urgente para mi trabajo y no tengo dinero”, comenta Ricardo J. “Además, si me roban, no voy a perder tanto dinero, como ocurriría si compro un teléfono nuevo”.
Esta lógica de ahorro, según José Rivadeneira, jefe policial de la Unidad de Vigilancia Centro Occidente, contribuye a que existan más robos. “Los delincuentes se sustraen las cosas porque saben que tienen quién les compre. A mayor demanda, mayor oferta”.
Además, agrega Rivadeneira, las personas que más se benefician son los comerciantes. “Ellos ganan hasta un 100% en cada venta, porque pagan a los delincuentes valores insignificantes y ponen el precio que quieren a los clientes finales”.
Entre enero y marzo del 2009, la Dirección Nacional de la Policía Judicial registró 5 048 denuncias por robo a personas. En el mismo período, pero del 2010, la cifra se redujo a 3 279.
Sin embargo, estos indicadores son un subregistro, porque la mayoría de víctimas no presenta una denuncia formal, como lo reconoce el jefe policial.
El fiscal de Delitos Flagrantes de Pichincha, Iván Ron, asegura que ahora la denuncia tiene mayor importancia jurídica, pues con el documento se puede, por ejemplo, bloquear un celular, para que no vuelva a ser utilizado.
Pero lo más grave, según el Fiscal, es que la denuncia ahora posibilita la detención no solo a las personas que venden objetos de “dudosa procedencia”, sino también de las que los compran.
El 4 de marzo de este año, el Pleno de la Asamblea Nacional aprobó una reforma al Código Penal donde se considera a esta acción como un delito.
El artículo 569 reza: “Será reprimido con reclusión menor extraordinaria de tres a seis años y multa de seis a dieciséis dólares de los Estados Unidos de América, quien oculte, custodie, guarde, transporte, venda o transfiera la tenencia, en todo o en parte, los bienes, cosas o semovientes, producto del robo hurto, cuya procedencia legal no pueda probarse”.
Ron afirma que si bien no se especifica la sanción “para el que compra”, esto está implícito al momento que se señala al que “guarda” o “custodia” objetos de dudosa procedencia.
El Ministerio de Gobierno inició en febrero una campaña publicitaria para prevenir la compra de objetos robados. La denominó No te Robes a ti mismo y fue transmitida a través de un ‘spot’ de televisión. Andrés León, director de Comunicación y Relaciones Públicas del Ministerio, dijo a la Revista Líderes que se quiere mostrar a la ciudadanía “cómo adquirir mercaderías robadas incentiva una industria de violencia y al tiempo se convierte en cómplice de ello (del delito)”.
Según la Policía, los sitios donde se comercializan los artículos robados son legitimados por los propios afectados y eso también debe frenarse. “Si le roban un televisor, la gente sabe dónde puede encontrarlo y acude a estos sitios”, dice Rivadeneira. “Si no ponemos de parte, este círculo vicioso no va a terminar”.
En el centro comercial de Quito, las compras incluso se hacen ‘bajo pedido’. Este mecanismo funciona especialmente para los accesorios de vehículos, como cerebros, mascarillas de radios y aparatos electrónicos como computadores. “Si quiere me dice las características que necesita y yo se las consigo”, dice la vendedora de cabello teñido y ensortijado.
Punto de vista
Lautaro Ojeda / Experto
‘La compra es un hecho cultural’
Las cachinerías (donde se venden objetos robados) son funcionales para el delito. Se sostienen en un hecho cultural: la gente no cree en la denuncia.
Es impresionante ver cómo cada vez baja el número de denuncias, pero eso no significa que los delitos también bajen. Al contrario, esas estadísticas suben.
La gente se pregunta: ¿para qué voy a denunciar, si lo mejor es acudir a las cachinerías? Si le roban un retrovisor de un carro europeo, este costará caro, pero en otro lugar lo encuentra por la tercera parte del precio. Allí opera toda una compleja red y la Policía conoce dónde y cómo operan. Por eso es importante que se termine con el problema de raíz.
Cómo denunciar
Si fue víctima de un robo debe acudir a cualquier oficina de la Fiscalía o de la Policía Judicial. Es necesario llevar la cédula de identidad.
La denuncia puede hacerse por escrito, con la firma de un abogado o de forma oral, en las áreas de recepción de denuncias de la Fiscalía.
Los robos de objetos cuyo valor sea inferior a USD 120 (un celular por ejemplo) deben ser denunciados en las comisarías de Policía.
Si el monto de los artículos sustraídos supera los USD 120, la Fiscalía es el ente encargado de receptar las denuncias de la ciudadanía.
Para recuperar un objeto robado se lo debe solicitar por escrito al Fiscal que conoció la causa. Hay que adjuntar un documento que certifique la propiedad del objeto.