El primer cargamento de droga debía salir en 13 días y por cada envío los dueños de la hacienda donde se montó el laboratorio debían recibir USD 10 000.
Este dato lo revelaron ayer los tres prisioneros que se sometieron a la audiencia de formulación de cargos y ahora permanecen con prisión preventiva dictada en el Juzgado Tercero de lo Penal de Bahía de Caráquez.
El hallazgo de ese laboratorio se produjo a más de 35 kilómetros del sector donde el domingo una avioneta con matrícula mexicana se accidentó cargado de dinero.
Ayer, los dos hombres y la mujer apresados por la Policía revelaron que en el lugar trabajaban 14 personas: ecuatorianos y extranjeros.
Los ocupantes portaban radios de onda corta para mantenerse comunicados con quienes permanecían en el laboratorio. Además, tenían vigías en la entrada a la vía que está a 9 kilómetros.
La hipótesis es que esos equipos y el sistema de vigilancia ayudaron a escapar cuando los 80 policías irrumpieron en la zona.
Según Inteligencia, en la infraestructura descubierta se podía producir “grandes cantidades de droga”. La generadora de energía estaba en una cueva que se construyó en el piso. Tenía un sistema eléctrico con caja térmica ‘breakers’, tuberías hechas con caña guadúa, tomaban agua de un estero cercano con una bomba y el líquido era distribuido luego a diferentes áreas, como la cocina.
Allí había víveres para dos meses y para 14 personas, que era la capacidad de las habitaciones.
Los techos eran de plástico al igual que las paredes. Estaban sobre estructuras de caña perfectamente armadas con cuerdas verdes, que se confundían entre las hojas de los árboles.
La pasta de base de coca estaba en diferentes lugares, en seis costales. Cinco con 25 bloques y uno con 28. Se hallaban en los dormitorios, camuflados bajo tierra y sobre algo que aparentaba ser una alfombra hecha con caña, tapada a su vez con hojas de plátano.
La Policía se incautó de cuatro armas de fuego: dos revólveres y dos escopetas de fabricación artesanal. También dos motocicletas y hornos de microondas, bidones grandes de plástico azul, galones con precursores químicos, papel filtro, cemento, pesas, una prensa hidráulica, entre otras.
Las secuelas por la droga
El Informe Mundial sobre Drogas 2011 revela que en el planeta se han descubierto 18 829 centros de procesamiento de coca.
18 785 de ellos están en América Latina, es decir, el 99,7%. En Ecuador, dice ese registro, fueron hallados 13 procesadoras.
Los principales productores de hoja de coca, según ese estudio elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), son Colombia con 62 000 hectáreas, Perú con 61 200 y Bolivia con 30 900.
Pero este último país -precisa Unodc- no ha actualizado datos.
Además, el estudio refiere que unos 20 millones de habitantes de entre 15 y 64 años consumen cocaína en el mundo. Sudamérica es la tercera región con consumidores (detrás de EE.UU. y Europa), con 2,7 millones de personas dependientes de la cocaína.
En Sudamérica, el 33% de consumidores está en Brasil, el 25% en Argentina, el 10% en Chile.
La más alta tasa de homicidios -señala el Estudio Global del Homicidio 2011, también elaborado por la Unodc- da cuenta de que Venezuela tiene la más alta tasa, con más de 35 crímenes por 100 000 habitantes al año. Le siguen Colombia y Brasil.
El Gobierno de Ecuador reportó en el país una tasa de 16 homicidios por cada 100 000 habitantes. Esa misma cifra reportó el Gobierno de México, para el 2011.
Las amenazas de muerte
La avioneta accidentada y el laboratorio alarman al recinto Boca de Bigua, en Jama (norte de Manabí). Ramiro Mantilla, comandante de la zona 4 de la Policía, reveló que vecinos de la zona “recibieron amenazas de muerte” por haber colaborado con agentes.
La gente cuenta que son intimidados por los celulares. Por eso, dos escuadrones de las fuerzas especiales de la Policía están desplegados en Jama y Pedernales, según el Comandante.
Los dueños de la hacienda donde estaba el laboratorio contaron que hace un mes, “unos extranjeros” los contactaron y les hicieron la oferta para ocupar el lugar.
Las evidencias halladas en el centro de procesamiento son analizadas por agentes de la Fiscalía y grupos de Inteligencia. Anteayer estuvieron en la pista de Jama.
Ahí aterrizó un helicóptero de la Policía y llegaron dos patrulleros, para determinar la relación entre el accidente de la avioneta cargada con dinero. Los tripulantes mexicanos que fallecieron eran de Sinaloa y hasta ayer sus cuerpos permanecían en los frigoríficos de la morgue de Quito.
La polémica con Colombia
La Aeronáutica Civil (Aerocivil) de Colombia, que es la equivalente de la Dirección General de Aviación Civil del Ecuador (DGAC), no detectó en su red de vigilancia del espacio aéreo a la Cessna con matrícula mexicana XP-MPL, que se estrelló en Pedernales, el pasado fin de semana.
Tampoco entregó información sobre la aeronave a las autoridades ecuatorianas. Así lo aseguró ayer a este Diario el coronel Carlos Silva Rueda, subdirector general de la institución colombiana.
“Nosotros revisamos nuestros sistemas y, en ningún momento, tuvimos la detección por radar de una nave con las características de las que se está hablando, en ninguna parte del territorio ecuatoriano”, aseguró el funcionario.
En Quito, el director de la DGAC, Fernando Guerrero, señaló que Colombia “tampoco detectó la aeronave siniestrada”.
El miércoles, diarios oficiales, como El Telégrafo, la agencia de noticias Andes y PP El Verdadero dijeron que la avioneta fue divisada por radares del Sistema de Alerta de Colombia cuando volaba a 160 metros de altitud.
En el PP se agregó también que “El informe fue enviado por el Centro de Comando y Control en Bogotá (Colombia) a la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE).
El funcionario de Aerocivil recordó que el Sistema de Alertas Tempranas (SAT) y el Centro de Comando y Control de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) manejan otra red de vigilancia aérea.
La DAC ecuatoriana dijo además que al ser un vuelo ilícito, está fuera de control, pese a que sus tres radares están operativos.