De cada cinco presos en Brasil, uno se relaciona con un proceso de tráfico de drogas. De acuerdo con el Sistema Integrado de In-formación Penitenciaria (InfoPen), hay 102 000 presos por tráfico de estupefacientes en todo el país. Unos 5 000 son responsables de un delito más grave: el tráfico internacional de drogas.
El secretario nacional de Seguridad Pública, Ricardo Balestreri, señaló que más del 90% de los 102 000 están detenidos por tráfico menor. Fueron detenidos con una pequeña cantidad de droga, no estaban armados y presentan poco riesgo a la población.En las cárceles se convierten en presa fácil de las mafias criminales y terminan trabajando como generadores de más delincuencia. “Por lo tanto, tenemos que hablar de la situación de manera racional. Estoy en contra de todo tipo de drogas, pero en la administración pública se debe utilizar la racionalidad y no la emoción”, dijo el Secretario. Además, que la legislación debe ser revisada por los sectores de la sociedad.
En la actualidad, según la Ley de Estupefacientes, los usuarios de drogas no pueden ser detenidos. Pero la ley no determina lo que es uso y lo que es tráfico. Tampoco las cantidades que especifican cada tipo de delito. Por esta razón, los detenidos esperan meses en los centros de detención de la Policía, hasta que un juez decida si es consumidor o distribuidor.
En opinión de Balestreri, la legislación pudiera abordar la naturaleza y los tipos de cada droga y definir las cantidades para considerar uso o tráfico, como ocurre en Europa. Una solución sería cambiar el castigo de los traficantes pequeños de prisión a la de “privación de derechos”.
Pero su idea no tuvo consenso en el Gobierno. Por lo tanto, el Ministerio de Justicia solo busca discutir el tema. No podemos tratar a la marihuana como al crack o a la cocaína. La marihuana no genera una conducta criminal como ocurre con el crack. “Nadie está proponiendo que la marihuana sea liberada, sino establecer un sistema que se ocupe de las drogas. Tenemos que estimular el debate sobre la naturaleza de las drogas, defiende el Secretario.
Cada año, en Brasil hay alrededor de 180 000 incautaciones de marihuana y 18 000 de cocaína. Solo la semana pasada, en una sola operación, la policía de Sao Paulo acabó con un punto de venta de crack en el lado este de la ciudad. En las paredes del predio estaba oculta media tonelada de droga.
En Sao Paulo hay temor de convertirse en una ‘crackolandia’: cientos de adictos fuman en el día y caminan como zombis por las calles del centro. Van sucios y con sus ropas rotas y suelen estar vinculados con hurtos y violencia.
De acuerdo con la Secretaría Nacional de Lucha contra las Drogas, tres personas mueren por sobredosis de drogas o abuso de drogas cada dos días en Brasil. Entre los brasileños, el 22,8% de las personas ya ha utilizado, en algún momento en la vida, una droga ilegal o abusado de medicamentos de prescripción, tales como tranquilizantes y estimulantes.
La marihuana, cuyo uso terapéutico entró recién en el debate, es la droga con la que más se ha experimentado; el 8,8% de las personas dice que ya la ha usado al menos una vez. De este total, 1,2% de las personas la utiliza regularmente y puede ser considerado como una persona dependiente.
La legislación brasileña no es mala. Pero en ella no se tipifica como delito a las personas que están portando drogas para consumo personal. Hay una sanción administrativa que señala que una persona, al ser capturada con droga debe prestar un servicio público o buscar atención con un médico.
Mientras que la despenalización de drogas blandas tiene apoyo de personajes como el ex presidente Fernando Henrique Cardoso. Él cree que solo la legalización puede ayudar en la guerra contra las drogas. En una encuesta de este año, se encontró que el narcotráfico es uno de los principales problemas para los que viven en Sao Paulo. Y entre lo que causa miedo están: asaltos y robos (65%) violencia en general (65%), drogas (37%), inundaciones (28%) y salidas nocturnas (26%).