El asesinato del Director de la Escuela E. Espejo conmocionó a Santo Domingo

Ayer, en el velatorio del maestro. Sobre el féretro se colocó la bandera de la Escuela Eugenio Espejo. Foto: EL COMERCIO

Ayer, en el velatorio del maestro. Sobre el féretro se colocó la bandera de la Escuela Eugenio Espejo. Foto: EL COMERCIO

César Medina tenía previsto viajar a Italia. Allí viven dos de sus cuatro hijos; Yessenia y Vicky.

Quería visitarlos. No los había visto desde hace seis y cuatro años respectivamente. Tramitaba un préstamo en una institución bancaria para comprar los boletos.

Su trabajo, como director de la Escuela Eugenio Espejo, no le permitía darse lujos. El viaje estaba previsto para enero del próximo año, pero su intención se truncó. Medina fue asesinado.

El pasado miércoles recibió dos disparos a quemarropa. Eran las 17:00. Ocurrió cuando se encontraba de compras, en una ferretería ubicada en el sector La Carolina, en el este de la ciudad.

Lo acompañaba la vicerrectora, Jenny G., de 54 años. Medina compraba una pizarra y pinturas para la escuela. La Vicerrectora lo esperaba fuera del negocio en su vehículo de marca Hyundai Tucson, de color gris.

De pronto, según los testigos del hecho, dos hombres de entre 20 y 30 años bajaron de una motocicleta roja e intentaron quitarle la cartera a la maestra.

Había otras dos personas aguardando cerca del sitio, en otra motocicleta negra con blanco.

Al parecer, Medina se percató de lo que ocurría y salió del local presuroso. Trató de defender a su compañera de trabajo y forcejeó con los desconocidos hasta arrebatarles la cartera. Uno de los hombres gritó: dispárale y se escucharon dos detonaciones.

Las balas perforaron el tórax. El maestro cayó a la calzada y los delincuentes se fugaron en las motocicletas. Tomaron un desvío, en un semáforo cercano y los testigos los perdieron de vista.

Según la Policía de Santo Domingo, entre enero y mayo de este año se denunciaron 90 asaltos a personas y establecimientos comerciales. En el mismo lapso se registraron 33 asesinatos.

El de Medina causó conmoción en la comunidad educativa. El profesor, oriundo de Amaguaña (Quito), llegó a Santo Domingo hace 35 años. Empezó como docente general, luego, por su dedicación y experiencia se lo nombró rector encargado. Cuando el titular, Leopoldo Aimacaya, se retiró del cargo, Medina asumió oficialmente la Dirección.

Mery Guillín, docente de la escuela desde hace 20 años, lo recuerda como un hombre “amoroso, cariñoso y responsable”.

Ella fue una de las últimas personas que lo vio, antes del asesinato. Recuerda que ese día almorzaron juntos. “Hablamos sobre la organización de una comida entre todos los maestros. Cuando me fue a dejar en su carro, se despidió de mí; muy alegre, y yo le dije: irá con cuidado. No imaginé que media hora más tarde moriría”.

15 minutos después de haber recibido los disparos, una ambulancia de la Cruz Roja llegó al lugar. Un paramédico lo revisó y dijo que aún tenía signos vitales. Lo trasladaron al hospital público Gustavo Domínguez, pero en el transcurso del viaje falleció.

Ayer, la Policía informó que con base a la descripción de los testigos se identificó al supuesto autor de la muerte. Se montó un operativo para capturarlo en el domicilio, pero no se lo encontró

Mientras se hacía la redada, los restos recibieron velatorio en la sala de su vivienda. Familiares y amigos acudieron de negro.

“Él era un hombre que no hacía daño a nadie. Casi no pasaba en la casa porque siempre estaba en el trabajo, entregando todo para que la escuela funcione”, refirió su hijo Kléver, de 40 años. “El Día de la Madre, preparó la comida y fue uno de los mejores momentos que pasamos juntos”.

El sepelio de Medina está previsto para hoy, a las 15:00. Será enterrado en el cementerio Jardines del Edén, que está ubicado en el sector La Lorena.

Los dos hijos que se encuentran en Italia estarán presentes. Al enterarse de lo ocurrido decidieron retornar a Ecuador, para estar junto a su madre y familiares.

Llegaron a las 23:00, en medio del dolor de las personas que permanecían al pie del féretro. Lloraban entre los adornos florales y las velas blancas encendidas.

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