Si el último informe de gobernabilidad de la Universidad de Vanderbilt es acogido como válido, el reconocimiento en la sesión solemne de Quito es lo menos que el Ministro del Interior merece.
José Serrano se ha tomado en serio el papel de comisario: ha propiciado la depuración de policías, ha equipado a los agentes, ha impulsado -al estilo del viejo Oeste- una estrategia de delación con el plan Más Buscados, ha asistido a primera fila de los juzgados para impulsar procesos penales contra delincuentes, ha sido defensor de policías agredidos, ha fungido como vocero de la primicia de los golpes contra el crimen.
¿Y la investigación independiente a los agentes corruptos? ¿Y el exceso policial? ¿Y la autonomía entre funciones del Estado? ¿Y la penetración del narcotráfico?
En Ecuador, el 51,4% de la población está satisfecha con la actuación de la Policía. De hecho, este año, la capacidad de respuesta de los agentes alcanzó altos niveles en América, solo después de EE.UU., Canadá, Argentina y Uruguay, según la encuesta hecha pública este diciembre por el Proyecto de Opinión Pública de América Latina (Lapop) de la U. de Vanderbilt.
Es más, el 62% de los ecuatorianos valora positivamente el desempeño del Gobierno frente a la seguridad. La percepción de inseguridad ha bajado: de 47,5% en el 2006 a 40,4% este año.
Interesante. Mas, Ecuador es el segundo país con mayor victimización en Sudamérica. Una de cada cuatro personas encuestadas ha sido víctima de un delito en el 2014 (27,5% de la población este año, en 2006 era el 20%). En primer lugar está Perú con el 30,6%. El tercer puesto lo comparten Argentina y Venezuela con 24,4%. El informe vincula a estos delitos con el narcotráfico.
La captura de 55 toneladas de droga en el 2014 es la incautación más grande desde 2009. El 34,2% de habitantes ha presenciado venta de droga ilegal en su barrio. Sí. La Policía arroja resultados, pero ¿y esa amenaza silenciosa que se infiltra, decola avionetas y extorsiona en los barrios?