El tsáchila usa su vestimenta típica solo en ocasiones especiales

Albertina Calazacón (izq.) con su nieta Yoshili, su hijo Freddy y su nuera María en la comuna Chigüilpe. Foto: Juan Carlos Pérez / El Comercio.

Albertina Calazacón (izq.) con su nieta Yoshili, su hijo Freddy y su nuera María en la comuna Chigüilpe. Foto: Juan Carlos Pérez / El Comercio.

Albertina Calazacón (izq.) con su nieta Yoshili, su hijo Freddy y su nuera María en la comuna Chigüilpe. Foto: Juan Carlos Pérez / El Comercio.

Cuando las aguas del río Chigüilpe, en Santo Domingo de los Tsáchilas, aún eran cristalinas, los antepasados tsáchilas aparecían con sus torsos desnudos y marcados con huito (pigmento natural).

El uso del achiote en su cabello era parte de su rutina diaria; las casas de caña y pambil eran el prototipo de su hogar de la nacionalidad Tsáchila. Fuehace más de 50 años.

En la actualidad, el color del río Chigüilpe cambió por la contaminación, así como las tradiciones de los habitantes de las siete comunidades tsáchilas. En estos poblados las costumbres se han modificado por diversos factores.

Según el gobernador de la nacionalidad Tsáchila, Javier Aguavil, la transformación de su cultura se dio a raíz del contacto con las personas de occidente, a partir de 1958.

“La discriminación sufrida por parte de los citadinos causó que muchos prefirieran dejar la mayoría de hábitos tradicionales en la vestimenta, el idioma, las viviendas y en varios ritos”.

Las variaciones en la indumentaria es uno de los rasgos más notorios dentro de la evolución de este pueblo, asentado en la provincia que lleva su nombre y que hoy cumple siete años de creación.

Los hombres cambiaron sus manpe tsanpa (falda tsáchila) por pantalones y camisas. Algunos continúan pintando su cabello con achiote, pero gran parte de los varones solo practica esta costumbre en ocasiones especiales.

A Andrés C., de 18 años, de la comuna Colorados del Búa, le parece que cada salida desde su poblado hasta la ciudad se convierte en un “espectáculo de circo. Si un tsáchila va caminando por la calle con la falda tradicional y el pelo pintado la gente lo señala, se ríe y murmura acerca de su aspecto.

Los tsáchilas no somos un espectáculo o un show”, sostiene el adolescente, quien solo utiliza su vestimenta típica en “casamientos, bautizos y fiestas de la nacionalidad”.

El adolescente menciona que su actitud frente a las tradiciones de la nacionalidad no significan “que se avergüence de sus raíces”.

Se calcula que cerca del 80% de los integrantes de las comunidades modificaron su forma de vestir, según la Gobernación tsáchila.

El historiador Patricio Velarde coincide en que el acercamiento del pueblo tsáchila con los habitantes de la ciudad provocó la modificación de las prácticas ancestrales dentro de las comunidades. “Las repercusiones son visibles en casi todos los aspectos. Los nativos adoptaron un modo de vida que se asemeja al citadino, pero con varios toques de sus tradiciones”.

El estilo de las viviendas y la distribución de las comunidades es otro de los cambios.

Las moradas construidas a base de pambil y caña se cambiaron por edificaciones de hierro, bloque y cemento.

A pesar de las transformaciones, existen varios grupos que rescatan las costumbres a través de muestras artísticas y la implementación de museos y emprendimientos turísticos.

El centro comunitario Tolón Pelé, en la comuna Chigüilpe, es uno de los referentes de la cultura Tsáchila. En el lugar se efectúan muestras de sus danzas, ritos, hábitos, artesanías, entre otras.

Albertina Calazacón, representante de este proyecto, asegura que esta clase de iniciativas tiene como propósito “dejar una herencia cultural del pueblo. Se quiere que las tradiciones no mueran y la única forma de hacerlo es demostrar la belleza de las costumbres de la etnia”.

Los recuerdos de Calazacón están ligados a la “imagen imponente” de sus abuelos paternos Alejandro Calazacón y María Oranzona. “Mis antepasados eran personas que guardaban intactas sus costumbres. Vivían en una casa de pambil y caña, practicaban los ritos y la curación. A ellos no les interesaba mucho lo que pensaran las personas de afuera y amaban sus raíces”.

Jóvenes y adultos continúan en el debate por el respeto y el rescate de su cultura.

TRANSFORMACIÓN

Los nativos fusionaron sus creencias en los dioses de la naturaleza, con religiones de Occidente.

Alrededor del 30% de los tsáchilas migró hacia la ciudad de Santo Domingo y dejó su comunidad.

Muchos de los integrantes más jóvenes no utilizan el tsáfiqui, su lengua materna.

El uso de la caña y el pambil para construir viviendas en las comunidades se ha reducido.

La mayoría de los nativos de la nacionalidad aún se casan con integrantes de las comunidades.

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