París, AFP
Marat Safin libró un gran combate en su despedida del tenis ganando un set al reciente campeón del US Open, el argentino Juan Martín del Potro, que le venció por 6-4, 5-7, 6-4 el miércoles en París-Bercy, un torneo en el que el ruso se impuso tres veces, en 2000, 2002 y 2004.
El ruso de 29 años estuvo muy cerca de despedirse indignamente el martes ante el número 168 del mundo, el francés Thierry Ascione, pero sacó los últimos resquicios de motivación que le quedaban para sorprender al público con algunas reminiscencias de su época dorada.
Tras el último peloteo, se le entregó simbólicamente la llave de Bercy, donde ostenta el récord de títulos y donde ganó la Copa Davis contra Francia en 2002, entre los saludos de tenistas retirados como Albert Costa o en activo como el serbio Novak Djokovic.
“Guardaré este día en mi memoria junto a todos los recuerdos de mi carrera. Este es un día especial porque cierro una puerta y abro otra. Espero tener en mi futura vida el 10% del éxito que tuve en el tenis”, declaró Safin antes de abandonar para siempre la cancha entre la calurosa ovación del público.
Ver a Safin terminar con una nota positiva sorprende bastante porque desde hace por lo menos cuatro temporadas estaba a años luz del nivel que le llevó a ganar dos torneos de Grand Slam – el US Open en 2000 y el Open de Australia en 2005 – y a ser número uno mundial durante nueve semanas entre 2000 y 2001.
En ese largo declive, favorecido por sus muchas lesiones, sólo hubo algunos momentos brillantes como su segunda victoria en Copa Davis en Moscú en 2006 o la inesperada semifinal que jugó en Wimbledon en 2008, una superficie que no le gusta nada.
Tras su triunfo en Melbourne en 2005, que parecía anunciar una rivalidad en lo más alto con Roger Federer, el moscovita no ganó ni un solo torneo, navegando según los momentos entre los puestos 20 y 100 del ranking ATP. Termina su trayectoria como 65º jugador mundial.
Hay que esforzarse para recordar que el ruso fue un tenista de enorme talento, capaz de gestas inolvidables como su semifinal del Open de Australia 2005 contra Federer, uno de los grandes partidos de la década.
El ruso, un tenista alto (1,93 m) y potente, con un primer servicio temible y magnífico revés a dos manos, aunque también temperamental y capaz de romper una impresionante cantidad de raquetas, fue con 18 años la revelación en Roland Garros, al ganar a Andre Agassi y Gustavo Kuerten, en su primer ‘grande’.
Al año siguiente, ganó el primero de sus 15 títulos en Boston.
En el año 2000, firmó su mayor obra de arte al vencer al gran Pete Sampras en la final del US Open con un tenis tan impresionante que a él mismo siempre le costó creerlo.
El joven superdotado, muy popular gracias a su fogosa personalidad, su sentido del humor y su rostro de estrella cinematográfica, parecía destinado a convertirse en una leyenda del tenis.
Pero el resto de su carrera fue una frustrante sucesión de altibajos, en la que perdió dos finales del Abierto de Australia (2002, 2004) y ganó cinco Masters Series (uno en Canadá, uno en Madrid y tres en París) .
Su momento cumbre lo alcanzó entre octubre de 2004 y enero de 2005, con ayuda del ex entrenador del Federer, Peter Lundgren, que le llevó a ganar sucesivamente los torneos de Madrid y París, seguidos por el Open de Australia. Pero de nuevo una lesión de rodilla puso fin a su racha y en esa ocasión de forma definitiva.
Además de sus problemas físicos, siempre tuvo cierta reticencia a dedicarse por entero al tenis que explica que no explotara al cien por cien su potencial y que terminara su carrera dejando la sensación de que podía haber logrado muchos más éxitos.
Amante de los placeres de la vida, nunca dudó en decir que, además del tenis, había otras cosas que le interesaban.