Momento del lanzamiento de un misil autodirigido desde el destructor USS Porter (DDG-78) en un punto sin especificar del Mar Mediterráneo, la madrugada del 7 de abril de 2017. Las Fuerzas militares de EE.UU. lanzaron decenas de misiles crucero contra un aeródromo en Siria. Foto: EFE
El régimen sirio y sus aliados, Rusia e Irán, protestaron enérgicamente este viernes, 7 de abril, por los bombardeos estadounidenses contra una base del ejército en Siria, primera acción militar de Estados Unidos contra Bashar al Asad en seis años de guerra.
Los bombardeos se produjeron tres días después de un presunto ataque químico contra una ciudad rebelde en el noreste del país, que conmocionó al mundo y que es atribuido al régimen sirio.
A solicitud de Rusia, el Consejo de Seguridad de la ONU se reúne este viernes a las 15:30 GMT para debatir sobre este ataque punitivo.
Rusia, que calificó la operación de “agresión contra un estado soberano”, pidió asimismo que se reúna de forma urgente el Grupo internacional de apoyo a Siria (ISSG) en la ONU.
La presidencia siria calificó por su lado los bombardeos estadounidenses de acto “irresponsable” e “idiota”.
El ataque fue ordenado el jueves por la tarde por el presidente Donald Trump, quien siempre se había mostrado opuesto a cualquier intervención directa en Siria.
Hacia las 03:40 (00:40 GMT) dos buques estadounidenses situados en el Mediterráneo lanzaron 59 misiles de crucero “Tomahawk” contra la base aérea de Al Shayrat, situada cerca de la ciudad de Homs, en el centro de Siria.
Esta “flagrante agresión” causó “seis muertos, heridos e importantes daños materiales”, indicó horas más tarde el ejército sirio.
La agencia oficial Sana anunció la muerte de nueve civiles, entre ellos niños, en las ciudades cercanas.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) indicó por su parte que siete soldados murieron y que el aeropuerto “fue casi totalmente destruido: los aviones, la pista, el depósito de fuel y el edificio de la defensa aérea han sido pulverizados ” .
‘No es suficiente’
En un solemne discurso en la televisión desde su residencia en Florida, Donald Trump explicó que estos ataques estaban “asociados al programa” de armas químicas de Damasco y “directamente relacionados” con los “horribles” acontecimientos del martes.
Ese día, un bombardeo atribuido al ejército sirio contra la localidad de Jan Sheijun (noroeste) dejó al menos 86 muertos, incluidos 27 niños. Las imágenes de las víctimas agonizantes conmocionaron al mundo.
Los servicios secretos estadounidenses establecieron que los aviones que realizaron este ataque salieron de la base Al Shayrat, conocida como un lugar de almacenamiento de armas químicas antes de 2013, según el Pentágono.
La coalición de la oposición política siria –debilitada frente al régimen en los últimos meses — aplaudió la operación estaodunidense, pero dijo que “bombardear un solo aeropuerto no es suficiente”, según expresó Mohamed Allouche, miembro del opositor Alto Comité de negociaciones (ACN) .
El presidente ruso, Vladimir Putin, consideró en cambio la operación de Estados Unidos como una “agresión contra un Estado soberano”. “Esta acción de Washington causa un perjuicio considerable a las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, que ya están en un estado lamentable”, declaró el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
A su vez el ministro de Exteriores de Irán -otro aliado de Damasco-, Mohamed Javad Zarif, afirmó que Estados Unidos recurrió a “falsas acusaciones” para bombardear la base siria.
‘Acción unilateral’
Los responsables estadounidenses no indicaron si va a haber una continuación y posibles nuevos ataques.
Esta incertidumbre sobre la estrategia de Washington hace que los expertos sean prudentes.
“La neutralización de esta base no va a alterar el equilibrio de las fuerzas en el conflicto. El régimen mantiene ventaja pero no tiene los medios humanos para avanzar en varios frentes a la vez”, considera Tim Eaton, del ‘think tank’ Chatham House en Londres.
Las fuerzas del régimen buscan actualmente recuperar los últimos bastiones de los rebeldes, especialmente en la provincia de Idlib, y de los diferentes grupos yihadistas como la organización Estado Islámico (EI) .
La decisión de Trump fue bastante bien recibida por los otros países implicados en la crisis siria, como Turquía y los países europeos, así como por los demás aliados de Estados Unidos.
Hasta ahora, ninguna iniciativa diplomática ha conseguido establecer un duradero alto el fuego en un país donde ya han muerto más de 320 000 personas desde marzo de 2011 y millones han huido de sus casas.
En el verano de 2013, el predecesor de Trump, Barack Obama, renunció a atacar al régimen sirio después de un bombardeo con armas químicas cerca de Damasco, que causó más de 1.400 muertos.
Washington pasó esta vez a la acción después de establecer que el régimen sirio había utilizado en Jan Sheijun “un agente neurotóxico que tiene las características del sarín”, según un alto responsable de la Casa Blanca.
Tres días después de ese presunto ataque químico, algunos de los supervivientes expresaban cierto agradecimiento hacia Estados Unidos.
“Hay que castigar al criminal y no al instrumento del crimen” dijo Abu Muhiv, un desertor del ejército sirio de 37 años, aludiendo al presidente Asad.