Iveth Dávila Valencia
Me considero una amante de la música en general y del rock en particular. Con el reciente ‘bombardeo’ de bandas de gran trascendencia a Sudamérica y en especial a Quito, que es donde vivo, me he sentido de lo más contenta, y la venida de Guns N’ Roses con Sebastian Bach, fue una de las mejores noticias que sin duda haya podido recibir. Mi reciente viaje a Bogotá por el concierto de Metallica y a mi intención de asistir a todos los conciertos posibles, me dejó con un bajo presupuesto y una entrada a General Norte en el concierto de Guns N’ Roses. Me ubiqué en la parte más alta de general norte donde podía apreciar todo el escenario y cuando comenzó el concierto, no sabía si llorar o morirme de las iras porque el sonido era pésimo. Toda la gente a mi alrededor estaba realmente molesta y casi toda la general empezó a pedir a gritos mejor sonido. No mejoró o mejoró apenas. Ver a Guns N’ Roses y Sebastian Bach en directo y no poder escucharlos como se debe (a la final la música es para escucharla) es como haberse ganado la lotería pero perder el boleto y no poder reclamarla.