Caminar por las tradicional calle de La Ronda no es igual que hace 30 ó 40 años. Hoy está llena de luces, de música y comercio. Este emblemático barrio quiteño fue tomado en cuenta por el Fondo de Salvamento de Patrimonio Cultural (Fonsal) como parte de los proyectos de regeneración urbana. Todo esto porque en la década de 1970, la calidad de vida para los habitantes se vio afectada por el abandono y el desinterés. Había hacinamiento, insalubridad e inseguridad.
Tenga en cuenta
Inversión
La primera fase de la rehabilitación costó USD
2 150 000.
Casas
El 30% de los inmuebles fueron intervenidos por el Fonsal.
Trabajos
El objetivo fue recuperar la arquitectura original de las casas reformadas.Las familias veían pocas probabilidades de recuperar el espacio público, colonizado por actividades delincuenciales, mal dotado de servicios y carente de atención pública. Sin embargo, las cosas cambiaron. Muchas personas se beneficiaron y para otras tantas las situaciones se presentaron de una manera distinta a la que esperaban. Es aquí donde Patricia Páez, experta en Artes Visuales, centra su trabajo, con el objetivo de resaltar uno de los aspecto más importantes y muchas veces ignorado: la parte humana.
Esto, con una exposición fotográfica en la que los protagonistas son parte de seis de las familias más antiguas del barrio y de los objetos que simbolizan sus recuerdos, sus sueños, sus amores y hasta sus actividades.
Al lado de las emotivas imágenes en las que se ven retratados, también están sus testimonios de vida. Un viaje al pasado en forma de una charla amena con un amigo al que le cuentan cómo las casualidades, el destino o lo que fuere los llevó al lugar que sería su hogar por mucho tiempo. Entre ellos está el de Don Abel Cegarra, quien vive 35 años en el barrio , siendo testigo de los grandes cambios que se han producido. “Tengo 60 años y soy de la ciudad de Cuenca. Trabajaba en la sastrería haciendo ropa para vender en Azogues, pero por la competencia de la ropa barata tuve que viajar porque no quería cambiar de oficio. Le cuento que iba a la ciudad de Ambato, pero me quedé dormido con mis máquinas y le pregunté a un pasajero, que iba a mi lado, que dónde estábamos y el me respondió que llegábamos a Quito. Vine aquí sin conocer… El mismo día que llegué de Cuenca me dieron trabajo. A los dos meses me regresé a mi ciudad a traer a mi familia”.
Él vivió tres años en un local y 27 en un departamento. Recuerda con claridad las épocas difíciles en las que el sitio se volvió bastante peligroso, tanto que muchos decidieron abandonar sus casas. Afirma que habían perdido la esperanza de que se cambie la situación que atravesaban, pero fue cuando la Alcaldía tomó cartas en el asunto. “A nosotros nos afectó. Yo tenía mi local afuera pero tuve que abandonarlo. El dueño de casa nos pidió que desocupáramos el lugar para remodelarlo y que después nos reubicaría ahí, pero no fue así. A los dos meses nos pidió que desalojáramos también el otro, con la idea de hacer un hotel. Al final lo que hizo fue subir los precios de los arriendos. Cuando yo salí él puso el arriendo a USD 1 200”.
Muchos abandonaron el barrio por los precios de arriendos exagerados.
Pero el sentido que quiere destacar la expositora es el rescate de la memoria histórica. “ No solamente son los lugares, sino que a los lugares los hace la gente. Casi no hay personas que te hablen de esa carga histórica porque ya quedan muy pocos. Lamentablemente, con el tiempo La Ronda puede quedar como el paseo turístico y no va a ver gente que te hable de lo que fue.
Espero poder llegar con el cuestionamiento de que cuando llegas a estas zonas no hay contacto con las personas. Por eso esta presentación de historias muy personales que reflejan las relaciones con los espacios, con los objetos son simbólicas”, explica.
Lo que la fotografía ha hecho es retratar esos espacios especiales que por lo general tienen vínculos con los hijos, hermanos, padres que ya no están. Es ese recorrido a través de ellos, de sus viviendas, de sus trabajos .
La exposición se llevó a cabo en la Casa de las Artes en La Ronda. En el mezzanine, Casa de los Gernios.
Si desea asistir estará vigente hasta el 30 de diciembre.